En las afueras de la capital del Norte de Egipto, Alejandría, se han descubierto las ruinas de un templo de la época de la Dinastía Ptolemaica que gobernó en Egipto durante el período Helenístico, desde la muerte de Alejandro Magno hasta el año 30 a.C., en que se convirtió en provincia romana.
Según los arqueólogos egipcios, el templo tiene más de 2.000 años de antigüedad y pudo estar dedicado a la antigua diosa felina Bastet.
Bastet es una diosa de la mitilogía egipcia, también denominada 'Bast', cuya misión era proteger el hogar y simboliza la alegría de vivir, pues se considera la deidad de la armonía y la felicidad.
Se le representaba como una mujer con cabeza de gato o bajo la forma de un gato doméstico. Su sucesora en la mitología griega fue Artemisa, mientras que en Roma la deidad equivalente era Diana.
En caso de confirmarse, sería la primera vez que se encuentra un templo dedicado a la 'diosa-gata', en Alejandría. Hasta ahora, se consideraba que el culto de la diosa Bastet desapareció con la caída de la antigua dinastía egipcia y con la llegada de los griegos.
Entre las ruinas se encontaron unas 600 estatuas de la diosa Bastet. Según el arqueólogo egipcio Mohamad Abdel-Maqsud, que encabezó el equipo de excavación, se trata de un hallazgo extraordinario, que confirma que los egipcios siguieron adorando a la diosa felina en la época del dominio de la Antigua Grecia.
Además, expresó su esperanza de que el templo pudiera ser la primera evidencia de la largamente buscada ubicación de la residencia real en Alejandría.
La Alejandría moderna se construyó directamente encima de las ruinas de la ciudad clásica y muchos de sus grandes templos, palacios y bibliotecas siguen enterrados.
El templo fue descubierto en el barrio de Kom el-Dekka, en las proximidades de la principal estación de trenes de la ciudad, cerca de un anfiteatro romano.