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Empleados hoteleros entrenados para cumplir cualquier deseo del cliente

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Los empleados de los hoteles más prestigiosos del mundo relataron las peticiones más extravagantes que han tenido la 'suerte' de recibir de sus clientes y que, según ellos, son capaces de indignar hasta a los conserjes con más paciencia y con la trayectoria laboral más dilatada.

Los empleados de los hoteles más prestigiosos del mundo relataron las peticiones más extravagantes que han tenido la 'suerte' de recibir de sus clientes y que, según ellos, son capaces de indignar hasta a los conserjes con más paciencia y con la trayectoria laboral más dilatada.

El personal hotelero relató algunos casos curiosos que habían ocurrido en los hoteles más famosos. Los profesionales del servicio, entrenados para conservar la paciencia ante cualquier circunstancia, no califican las extravagantes exigencias de sus clientes como “locuras”, sino, eufemísticamente, como “únicas”.

Los funcionarios del hotel Setai, ubicado en el balneario South Beach en Miami, recordaron un caso en el que uno de los turistas deseaba convertir su lujosa 'suite' en un nido de amor y envió al empleado a comprar ropa interior de color rojo para su esposa.

Otro huésped del Reino Unido necesitó que le enviaran a un tigre a su casa de Londres. Resultó que el inglés se había enamorado locamente de una excéntrica dama de Miami y la invitó a Londres. Sin embargo, la mujer no estaba dispuesta a moverse de Miami sin su querida mascota. Aunque resulte increíble, el personal del hotel logró cumplir con la demanda gracias a la ayuda de un zoo de Miami.

Las apetencias gastronómicas de los turistas a menudo son muy peculiares. Uno de los visitantes del hotel neoyorquino Plaza, pidió al conserje que le consiguiera unos kilos de tarántulas vivas, para luego disfrutar de los bichos fritos con salsa. Un empleado encontró a una empresa especializada en cocinar almuerzos exóticos y por medio de la compañía accedió a un proveedor de tarántulas.

Los encargados del servicio siempre tienen que estar listos para los viajes inesperados. Unos turistas de Hannover, al volver de vacaciones, descubrieron que su hija de 4 años había olvidado en el hotel Adlon Kempinski, ubicado en Berlín, a su conejito de felpa. Sin su juguete la niña no podría dormir y por eso un trabajador del hotel tuvo que invertir cinco horas en el viaje para devolver a la pequeña a su 'amigo'. En otra ocasión, un conserje ordenó a su empleado comprar un bolso para el cumpleaños de la esposa de un huésped. Lo más curioso, es que el bolso no se vendía en Alemania, motivo por el cual el empleado tuvo que ir a París para conseguirlo.

El administrador del hotel francés Le Martinez, situado en la costa de Cannes, recuerda que la petición más extravagante surgió, no de una estrella de cine, sino de una anciana latinoamericana: ella aspiraba a llevar a casa semillas de alcaparro. Durante varios días 'el encargado de las semillas' salía para buscarlas y volvía sin nada, hasta que, finalmente, las halló con la ayuda del Insituto Nacional de Investigaciones Agrónomas. 

Hace unos años un cliente del hotel Ritz Carlton en Cancún (Mexico) decidió invitar a sus amigos a ver una película en la playa delante del hotel. Pero no quería que la arena se metiera en sus zapatos, por eso ordenó cubrir la playa con algo. Unos empleados tuvieron que ir a México DF a buscar las alfombras.

Sin embargo, no todas las peticiones pueden ser satisfechas, por más que el servicio sea el mejor. Los clientes del hotel  Sagamore Resorte, con interiores  provinientes de la época victoriana, en la ciudad de Lake George (EE.UU), pidieron que llamaran a un ingeniero, para que reformara una chimenea de gas, porque ellos la querían cargar con leña.

Los viajeros modestos ni se pueden imaginar qué se puede hacer en los hoteles, aparte de dormir, mientras que los huéspedes más adinerados se aprovechan de los servicios hoteleros plenamente.
 

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