La mayor petrolera rusa, Rosneft, acordó una inversión por valor de 14.000 millones de dólares en el desarrollo de los yacimientos petroleros de Venezuela, comunicó el pasado 27 de mayo el presidente Nicolás Maduro. En los últimos cinco años la compañía rusa ya invirtió 1.800 millones de dólares en cinco proyectos conjuntos.
Entre otros planes, Rosneft programa suministrar el crudo venezolano a Cuba y procesarlo allí. Está negociando, además, explorar la plataforma cubana. A mediados de mayo el gigante ruso se quedó con el 100% del proyecto de exploración del yacimiento en la cuenca del río Solimões, en Brasil: para finalizar la transacción que empezó hace cuatro años solo falta la aprobación del regulador estatal brasileño.
La segunda petrolera más grande rusa —Lukoil— que está presente en América Latina desde hace 15 años, mayormente, en Venezuela y Colombia, acaba de abrir una oficina representativa en México y ha obtenido el derecho oficial de competir por la exploración de los campos petrolíferos del país.
Gazprom en cooperación con el gigante francés Total está negociando la exploración de los campos petrolíferos en Bolivia, en primer lugar, el de la cuenca del río Azero. Además, Gazprom está dialogando acerca de la creación de una alianza con empresas de Ecuador para investigar y desarrollar yacimientos de hidrocarburos en su territorio. El gigante ruso firmó, además, un memorándum de entendimiento para explorar Vaca Muerta, una formación de petróleo de esquistos bituminosos y gas de lutita en Argentina.
¿Por qué el mercado latinoamericano es tan importante para Moscú en plena crisis petrolera? ¿Qué perspectivas tiene tal cooperación?
Juego de globalidad
Para Alexandr Pásechnik, del Fondo de la Seguridad Energética Nacional, el interés de las empresas rusas en el mercado latinoamericano es parte de un 'juego de globalidad'. "Los grandes consorcios petroleros mundiales desarrollan proyectos alrededor de todo el globo. ¿Por qué no presentarse como jugadores globales también? Eso, sin duda, elevaría la imagen internacional de las empresas rusas", explicó Pásechnik, según recoge el diario 'Vzgliad'.
Al mismo tiempo, el analista subrayó también las perspectivas económicas de la inversión. "Materias primas son siempre materias primas. Hoy en día la eficacia de estas inversiones puede ser cuestionable, pero a largo plazo pueden resultar rentables", comentó.
Desarrollo tecnológico
Tal cooperación tiene también una ventaja científica, opinó Andrievski. Por un lado, Latinoamérica está interesada en las tecnologías que poseen las petroleras rusas. Por otro lado, los proyectos en el continente, sobre todo, en Venezuela, son uno de los impulsos clave para que las compañías rusas intensifiquen el desarrollo de su capacidad tecnológica.
Mundo multipolar
No se pueden descartar también los motivos políticos, opina Serguéi Pravosúdov, del Instituto de Energética Nacional de Rusia. "EE.UU. tradicionalmente ha considerado a América Latina como su patio trasero, aspirando a que siempre actúe conforme a su marco político en el exterior. Pero muchos países latinoamericanos empezaron a seguir una línea independiente", destacó Pravosúdov ante el portal prime.ru.
Actualmente, América Latina quiere ser más independiente de Washington, también económicamente, detalló, a su vez, Vladímir Davýdov, director del Instituto de América Latina de la Academia rusa de Ciencias. Rusia por su parte actúa precisamente como "contrapeso a EE.UU." en la región, para avanzar hacia la creación de un mundo multipolar, acentuó Davýdov ante 'The Financial Times'.
"Las relaciones bilaterales entre Rusia y Latinoamérica están hoy en día en un nuevo nivel", confirmó el canciller ruso Serguéi Lavrov. América Latina es una de las prioridades de la política exterior de Moscú, subrayó y señaló que el vínculo entre las dos regiones es un componente clave en la creación de "un sistema mundial policéntrico y más democrático".