El domingo 5 de julio los griegos dijeron rotundamente 'no' en el referéndum nacional celebrado contra el rescate bajo las condiciones impuestas por sus acreedores europeos. La diferencia con el 'sí' fue de casi 23 puntos.
El jueves los líderes de la eurozona confirmaban haber recibido nuevas propuestas de Atenas para su tercer rescate y no tardaron en manifestar duras críticas. Pero los griegos tenían razón cuando dijeron no, sostiene John T. Harvey, profesor de economía en la Universidad Cristiana de Texas (EE.UU.) en una columna para 'Forbes'.
"Lo que los prestamistas intentaban imponer a los griegos es claramente injusto y en última instancia destructivo para toda la UE. (…) Los verdaderos problemas son inherentes al sistema del euro en sí", argumenta Harvey. Estas son sus cinco razones.
1. La austeridad no soluciona nada
La austeridad que la Troika quiere seguir imponiendo sobre Atenas ha provocado un desempleo del 25%. ¿Qué problema económico puede resolverse despidiendo gente?, se pregunta Harvey. "Los acreedores dicen: 'Nos debéis mucho dinero y esto solo puede solucionarse si incrementáis el número de los ciudadanos que no contribuyen absolutamente nada a la producción de mercancías y servicios'", responde el propio columnista en 'Forbes'.
2. Los programas sociales griegos son menos generosos que en Francia y Alemania
A menudo se acusa a Atenas de que sus programas sociales son demasiado generosos, por lo que se le reclaman importantes recortes en este ámbito. En realidad, entre 2001, cuando Grecia entra en la eurozona y 2008, cuando empieza la crisis económica mundial, el país destinaba a programas sociales un promedio del 20,6% de su PIB. Entretanto, Alemania y Francia gastaban en este ámbito el 26,7% y el 28,7% del PIB respectivamente, subraya el analista.
3. La productividad griega ha crecido más rápidamente que la alemana
La productividad laboral griega ha aumentado más rápidamente que la alemana. Esto se ha traducido en forma de salarios más altos para los trabajadores griegos. El creciente nivel de vida griego –una de las metas iniciales de la incorporación de Atenas a la eurozona- provocó un déficit comercial modesto que empezó a incrementarse de manera constante durante la crisis. Por su parte, Alemania aplicaba entonces la "represión salarial" y "suprimía los costos laborales".
4. La crisis griega es resultado de su déficit comercial, no del presupuestario
Lo sucedido en Grecia es consecuencia directa de cómo funcionó el déficit comercial griego y no del déficit del presupuesto del Gobierno heleno. Si Grecia compra más mercancías y servicios de Alemania que Alemania de Grecia, debe financiarlo vendiendo activos financieros o con préstamos. De este modo se genera deuda externa.
En caso contrario –si Grecia vende más a Alemania que Alemania a Grecia– entonces Alemania debe vender activos financieros o pedir préstamos de Grecia. Ello no tiene nada que ver con el balance del presupuesto gubernamental; da igual si el presupuesto tiene superávit o déficit: la deuda externa crecerá solo en caso del déficit comercial, subraya Harvey.
5. La crisis griega radica en la propia estructura de la eurozona
El problema al que Europa se enfrenta no tiene nada que ver con características individuales de cada estado: es un problema sistemático, opina el economista. "La cuestión fundamental es que el sistema castiga el éxito", insiste Harvey. Según él, la causa son tres factores interrelacionados.
Primero, cuando las economías se expanden, sus importaciones aumentan sustancialmente, pero cuando se contraen, las importaciones caen rápidamente. Segundo, los déficits comerciales deben ser financiados con la venta de activos financieros o préstamos: esta deuda puede ser retirada solo mediante el proceso inverso, es decir, superávits comerciales que generen créditos.
Y, tercero, el euro carece de un mecanismo para reducir automáticamente el déficit comercial, puntualiza el economista. Si cada estado hubiera tenido moneda propia, el déficit comercial la habría devaluado. Como resultado sus mercancías y servicios serían más baratos y atractivos, lo que provocaría la reducción del déficit comercial y menos deuda externa. Pero con la misma moneda los déficits comerciales, en teoría, pueden prolongarse eternamente, destaca Harvey.
La conjunción de los tres factores genera una tendencia "autodestructiva": un alto crecimiento económico a través del aumento del déficit comercial acaba conduciendo al país a una espiral de deuda, concluye el analista.