"El mundo no debe bajar la guardia o podría sufrir graves consecuencias de los cuatro peligros que enfrenta la economía global", opinan los analistas de esa publicación, señalando que el precio del petróleo, las tasas de la Fed, la crisis griega y la caída de la Bolsa de Shanghái son los cuatro amenazas principales para el crecimiento.
Precio del petróleo
"El precio del petróleo será uno de los principales dolores de cabeza para la economía mundial en el segundo semestre de 2015", afirman economistas.
La producción de crudo de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) subió esta primavera a su nivel más alto desde 2008, aunque los precios del petróleo bajaron drásticamente. Todo eso pone presión a los países que invirtieron en energía, incluyendo a EE.UU, que según expertos, seguramente fortalecerá el precio del dólar.
Alza de tasas de la Fed
La Reserva Federal de Estados Unidos ha declarado un posible aumento de 0.25 puntos porcentuales en agosto y en diciembre de este año. Esto significa, sugieren economistas, que los mercados de los países emergentes deberán prepararse para a sufrir un aumento en el costo de endeudamiento y, por otra parte, las consecuencias de la fuga de capitales.
Crisis de la zona euro
El programa de flexibilización cuantitativa aplicada por el Banco Central Europeo (BCE), que durará hasta septiembre del próximo año, libra a la zona euro del riesgo de la deflación. Sin embargo, los expertos opinan que la unidad monetaria se encuentra en condiciones de incertidumbre y volatilidad porque no puede superar problemas como los altos déficits fiscales y la crisis griega.
Desaceleración de la economía china
En mes pasado la Bolsa de Shanghái cayó un 28%. Debido a los problemas en las industrias de exportación y la caída en los precios de las materias primas, la economía china se encuentra en una situación cercana a la crisis financiera, lo que podría afectar gravemente la economía mundial.
Sin embargo, Pekín asegura que podrá solucionar sus problemas económicos. El gobierno chino ya reaccionó con una batería de medidas, aportando liquidez y prohibiendo a los grupos más grandes vender acciones de sus filiales. Además, las principales corredurías chinas se comprometieron a invertir casi 20.000 millones de dólares en los mercados.