México podría enfrentarse en 2016 con una crisis sin precedentes, según Forbes.
El Partido Revolucionario Institucional (PRI) encadenó 71 años en el poder en México, entre 1929 y el año 2000, cuando se produjo una alternancia que encumbró en el poder al Partido Acción Nacional durante 2 administraciones presidenciales (PAN). Durante su segundo periodo sexenal al frente del país se desató una crisis coyuntural de seguridad pública durante el mandato de Felipe Calderón (2006-2012), que el PRI utilizó como bandera política -una crisis que va en aumento, según datos del INEGI- para regresar a la Presidencia de la República.
Durante la elección presidencial de 2012, el PRI logró aglutinar el apoyo de los grupos de poder financiero y mediático para hacer una campaña que no tuviera contrincante, que terminó superando en 13 veces el monto financiero permitido durante la campaña, según información de Proceso, que llevó a la Presidencia a Enrique Peña Nieto con los compromisos concretos de transformar el marco jurídico de la nación, que el Gobierno panista había sido incapaz de modificar en el transcurso de más de una década en el Poder Ejecutivo Federal a pesar de tener el apoyo de estos grupos.
Ya instalados y de regreso en el Poder Ejecutivo en 2012, el antiguo régimen priista cumplió su compromiso con los grupos de poder (nacionales y extranjeros) y logró reformar las leyes emanadas de la 'Revolución Mexicana' para que avanzara la agenda neoliberal iniciada en la década de los ochenta por ellos mismos.
El contexto actual recuerda la implementación acelerada del neoliberalismo en México durante el sexenio de Carlos Salinas de Gortari, lo que provocó una devaluación histórica del peso mexicano calculada en más del 100% y que convulsionó la vida cotidiana de todos los ciudadanos, un periodo conocido como 'el error de diciembre', que desató la quiebra del sistema bancario y, por ende, surgieron grandes cambios en el modelo de desarrollo nacional, que consecuentemente generaron una oligarquía beneficiada de las privatizaciones de las industrias paraestatales y del sistema financiero.
Ahora se repite la historia y es el mismo PRI el encargado de forzar la privatización del último sector que se encontraba en propiedad del Estado Mexicano. El sector energético se privatizó para satisfacer la sustentabilidad energética de EE.UU. con la inserción de las petroleras norteamericanas al Golfo de México y la explotación del polémico gas de esquisto en territorio nacional.
Es importante señalar que parte fundamental de la privatización petrolera en México pasa por reemplazar la dependencia de los ingresos petroleros por dinero emanado de los contribuyentes a través de los impuestos. Para ello, el Estado Mexicano ejecutó una reforma fiscal que aumentó los impuestos (IVA,ISR) al ciudadano de a pie y a las pequeñas y medianas empresas, dejando tradicionalmente exentas del pago de impuestos a las grandes empresas trasnacionales, lo que, finalmente, generó una evidente desaceleración de la economía mexicana y malestar social.
A estas decisiones macroeconómicas con resultados claramente recesivos, se une la difícil situación de la empresa Petróleos Mexicanos, (PEMEX) que tradicionalmente fue el motor de las finanzas públicas en México y que ahora se encuentra en el peor déficit financiero de toda su historia. Solo en el último trimestre de 2015 tuvo perdidas de 100.546 millones de pesos, afectando directamente el ejercicio presupuestario del Estado que utiliza el 24% de los ingresos que provienen por la venta de petróleo para su gasto corriente.
A la dramática situación que vive PEMEX se suma el contexto de los precios mínimos en los que se encuentra el mercado internacional del petróleo y el fortalecimiento del dólar como divisa internacional, que ha logrado apreciarse en un 10,17% frente al peso mexicano para dejarlo en el mínimo histórico de 16,65 pesos por dólar americano.
Otro factor que impacta directamente la economía de México reside en la implementación del llamado 'presupuesto base cero' prospectado para el año 2016 por parte del Gobierno de la República, que representa una disminución del 22% de los ingresos según cifras de la Secretaria de Hacienda y Crédito Público, (SHCP) y, por ende, una reducción de los recursos presupuestales para la gama de instituciones del país.
Por esta razón, la disminución presupuestal del programa 'base cero' desacelerará aún más la economía con la perspectiva del año 2016, porque las Secretarias de Estado traducirán la disminución presupuestal en recortes de personal y recortes en las compras materiales, impactando el mercado interno del país.
Esta combinación de factores de la geopolítica mundial y el desequilibrio interno en el modelo de desarrollo económico prevé un año 2016 muy difícil para la economía mexicana, concluyen los medios, que podría empeorar con la delicada situación política que vive el país, entre escándalos de corrupción e inestabilidad social. Todo ello dibuja los cimientos de una crisis financiera sin precedentes, similar a la del año 1994, durante la última administración priista encabezada por el expresidente Ernesto Zedillo, que desarrolló su sexenio en medio de la mayor crisis de la época moderna de México, la cual que provocó la mega-devaluación del peso y una adquisición de deuda externa sin precedentes.