Como primera evidencia, tenemos una deuda insostenible. Desde 2007, la deuda mundial ha aumentado en 57 billones de dólares, un 5,3 % anual, muy por encima del crecimiento del PIB. Las deudas se han duplicado en los denominados mercados emergentes, mientras que en los países desarrollados han subido alrededor de un tercio.
"Desde la crisis global de 2008 hemos expandido el crédito más rápido de lo que crece la economía. Sólo podemos hacer esto de manera racional si creemos que en el futuro seremos mucho más ricos que hoy en día", explicó el analista económico Paul Mason en un artículo para 'The Guardian'.
Este verano, el Banco de Pagos Internacionales (BIS, por sus siglas en inglés) señaló que algunas de las economías más importantes han experimentado un aumento drástico del ratio deuda/PIB, muy por encima de lo que era habitual históricamente.
Por ejemplo, en China, el resto de Asia y Brasil los préstamos del sector privado se han disparado tan rápido que han encendido los indicadores de riesgo del BIS. En dos de cada tres casos similares, a esas advertencias les sigue una gran crisis bancaria al cabo de tres años.
La causa subyacente de este exceso de deuda es el dinero gratuito o barato por valor de 12 billones de dólares emitido por los bancos centrales desde 2009, además de las tasas cercanas al 0 % de interés.
Otro indicador es el precio de las materias primas. El costo del crudo se desplomó a mediados de 2014 desde 110 hasta 49 dólares por barril, mientras que el precio del cobre, que se vendía a 4,5 dolares por libra en 2011, cayó a la mitad en septiembre pasado.
Al mismo tiempo, la inflación en los siete países más industrializados del mundo (el G7) se encuentra ligeramente por encima de cero, mientras que la deflación acecha a los países del sur de la zona euro.
Finalmente, el comercio global ha disminuido de manera tangible desde diciembre de 2014, según el índice del gobierno holandés, cuyo valor del comercio mundial de productos primarios era de 150 hace un año, mientras que ahora es de 114.
En resumen, los economistas del BIS estiman que "los niveles de deuda mundiales son demasiado altos, el crecimiento de la productividad es demasiado débil y los riesgos financieros son demasiado peligrosos".