Aunque el petróleo sea algo inerte mientras no se queme, como ocurre en el motor de un coche, a escala macro el mercado del crudo ha adquirido el poder de infligir un daño colosal, constata el especialista en mercados financieros Patrick Young.
"Al igual que en todos los mercados sofisticados, se requieren múltiples factores para afectar de manera significativa el precio de la energía primaria. Sin embargo, actualmente se ha formado una tormenta perfecta que podría ser racionalizada con facilidad en esa vieja gráfica de la clase económica: la curva de oferta y demanda", explica Young.
El especialista hace referencia a la sencilla teoría cuyo enunciado sostiene que el exceso de demanda hace que suban los precios, mientras que el exceso de oferta hace que los precios caigan.
El petróleo ha sufrido una vertiginosa caída desde los 110 dólares por barril, en junio de 2014, hasta los 30 dólares en la actualidad. "El pánico se está extendiendo. La causa de la 'tormenta perfecta' fue en parte la tecnología: el 'fracking' y el esquisto han modificado por completo la dinámica de suministro", agrega Young.
Por desgracia, asegura el analista, la OPEP ha enterrado su cabeza en la arena. "Ha ido cuesta abajo desde que los suministros alternativos surgieron en la década de 1970", explica.
"Pero mientras Arabia Saudita ha generado un exceso de oferta, los 'frackers', molestos, han desplegado su ingenio para reducir constantemente sus costes de producción", continúa. Y añade: "Es cierto que el número de plataformas de Estados Unidos se ha reducido, pero la producción total de EE.UU. se ha duplicado prácticamente desde 2010; y, mientras tanto, Irak, en un estado de cuasinormalidad, ha duplicado su extracción".
Según Young, la determinación obstinada de los saudíes para mantener la cuota de mercado está impulsando la estrategia suicida de la OPEP.
"El único resultado cierto es que habrá una mayor volatilidad. De hecho, los 10 dólares por barril es ahora una posibilidad, pero también lo son los 500 dólares por barril", advierte.