No hace mucho tiempo, cuando los inversores estaban a la caza de la próxima 'historia de gran crecimiento', tomó fuerza la idea de un "resurgimiento de África". Después de décadas de percepción del África subsahariana como el continente de la pobreza, las enfermedades, la guerra civil y la cleptocracia, apareció "una nueva narrativa más esperanzadora", escribe el experto David Pilling en un nuevo artículo analítico para 'Financial Times'.
Según Pilling, esta visión optimista estaba impulsada en parte por la demografía: mientras que la población de Europa y América había dejado de crecer, y la de Asia se había estabilizado, se decía que las ciudades africanas estaban llenas de "jóvenes aspirantes listos para comprar cerveza de marca (en lugar de alcohol ilegal barato), pasta de dientes, teléfonos móviles, motos y, tal vez en poco tiempo, automóviles y casas".
Por otro lado, prosigue el analista, "el voraz apetito de China por el petróleo, cobre, mineral de hierro, bauxita y otras materias primas africanas hizo subir el poder adquisitivo de los países desde Angola a Zambia", mientras que la propia región, según este 'relato esperanzador', estaba menos convulsionada por la violencia y dirigida por "líderes más sensatos".
Cambio de tono
Actualmente, "esa euforia se ha evaporado", escribe el experto. Nigeria y Sudáfrica, que juntos representan más de la mitad del producto interno bruto del África subsahariana, tienen serios problemas, al igual que varios otros Estados africanos, sobre todo los productores de materias primas, mientras que "el uso grotesco de los beneficios extraordinarios por los políticos de todo el continente es un recordatorio de que la corrupción está viva", sostiene Pilling.
Casos de éxito son muy poco frecuentes y el progreso es demasiado frágil para estar seguros de que África haya cambiado de manera decisiva
"Con unas pocas excepciones notables, como Kenia, Tanzania, Etiopía, Ruanda y Costa de Marfil, que están resurgiendo después de años de guerra civil, la situación es similar. En un país tras otro, el crecimiento está desacelerándose, las posiciones externas, debilitándose y los déficit fiscales, ampliándose", puntualiza el analista, para quien, la pregunta más importante sobre África en la actualidad es si "hay una visión razonable entre la esperanza y la desesperación".
Entre la esperanza y la desesperación
Para buscar respuestas, el experto sugiere examinar las causas originales de optimismo.
Así, una razón comúnmente citada para la esperanza era que, después de las turbulentas décadas que siguieron a la independencia, muchos Estados estaban empezando a ser mejor gobernados. Según Pilling, aunque bien es cierto que hay menos guerras civiles en países como Angola, Mozambique y la República Democrática del Congo, los conflictos más pequeños se mantienen en el sur de Sudán y Somalia, y además, África se enfrenta a una nueva amenaza en forma de terrorismo islamista.
En cuanto a la gobernabilidad, el autor opina que "el panorama es mixto": aunque hay una supuesta "nueva ola de líderes", como la presidenta de Liberia, Ellen Johnson Sirleaf, "la idea de los dirigentes africanos que dan vuelta a una nueva página se ve menos convincente", ya que el continente "todavía está lleno de líderes que se han aferrado al poder".
La convicción de que hay una clase media africana cada vez mayor, que ha atraído interés comercial hacia el continente, "es igualmente frágil", considera el experto.
Pero tal vez el mayor problema, a juicio de Pilling, es que, salvo algunas excepciones, como Etiopía o Kenia, África no produce nada y sigue dependiendo de las materias primas.
En general, "casos de éxito son muy poco frecuentes y el progreso –tanto económico como político– es demasiado frágil para estar seguros de que África haya cambiado de manera decisiva", lamenta el analista.
Aunque la irrupción de China fue un 'cambiador de juego' para el continente, esta fase ha terminado, y "a menos que los gobiernos puedan construir modelos de crecimiento sostenibles menos dependientes de las materias primas y más basados en la adición de valor a nivel nacional, la historia del 'levantamiento de África' será solo eso: una historia", concluye Pilling.