Este miércoles el juez Steven Rhodes del Tribunal Federal de Detroit, en el estado estadounidense de Michigan, empezó a escuchar las razones de acreedores y administradores de la ciudad para determinar si puede acogerse a la mayor suspensión de pagos de una ciudad en la historia estadounidense.
Si se aprueba la petición de bancarrota, Detroit se convertirá en la ciudad más grande en quiebra en la historia de Estados Unidos. El déficit presupuestario de la 'ciudad automotriz' es de más de 380 millones de dólares, mientras su deuda total se estima hasta en 20.000 millones de dólares.
Numerosos acreedores de la ciudad, así como varios sindicatos y fondos de pensiones, se muestran en contra de reconocer la bancarrota de Detroit alegando que eso contradice a la Constitución del estado de Michigan y dará lugar a una reducción de las pensiones y los beneficios. Los acreedores que se oponen a la suspensión de pagos consideran que las autoridades municipales no han hecho lo suficiente para buscar recursos para pagar su deuda.
Para que el tribunal considere que Detroit está en la quiebra, la ciudad debe demostrar que es insolvente y que ha negociado de buena fe sobre la reestructuración de la deuda con los acreedores.
Se espera que el desfile de testigos a favor y en contra de la bancarrota se prolongue durante cinco días, para que finalmente la Justicia determine si Detroit cumple los criterios para acogerse al capítulo 9 de la ley de bancarrota.
En marzo, el gobernador de Detroit, Rick Snyder, nombró a un gestor de emergencia, Kevyn Orr, para que la ciudad pusiera sus cuentas en orden. Orr solicitó en verano la protección por bancarrota, algo que enfadó a un gran número de acreedores, que asumirían más del 90% de las pérdidas.
La situación en Detroit comenzó a empeorar hace unos 40 años, cuando empezó el deterioro de la industria automotriz que movía la ciudad. Actualmente viven cerca de 700.000 personas, muy lejos de los casi dos millones de residentes que había hace una década. Con la reducción del número de habitantes en Detroit se reducen los contratos e ingresos fiscales a la tesorería de la ciudad. Al mismo tiempo comenzó la destrucción de la infraestructura mientras aumentaba la delincuencia, que en la actualidad supera en cinco veces el nivel promedio de EE.UU.