"El estatus del dólar como moneda internacional siempre se basó en los petrodólares. Durante décadas, quien quería comprar el crudo virtualmente en cualquier rincón del mundo lo hacía con dólares estadounidenses (la única excepción es Irán). Pero si uno de los mayores exportadores del petróleo en el planeta, Arabia Saudita, decide aceptar otras divisas como pago por el crudo, el monopolio mundial del petrodólar desaparecerá muy rápidamente", explica Snyder. En consecuencia, el mercado internacional como tal será remodelado y se reducirán muy drásticamente las inversiones extranjeras en la economía de EE.UU.
Según filtró 'The Guardian' el pasado 22 de octubre, el príncipe Bandar bin Sultan, miembro de la familia real y jefe de Inteligencia de Arabia Saudita, comentó que el reino cambiará sus relaciones con EE.UU., argumentando que la nación está profundamente decepcionada con la imposibilidad de Washington de tratar tanto la guerra en Siria como el conflicto palestino-israelí de modo eficaz, pero sobre todo con su acercamiento con Teherán. "El alejamiento de EE.UU. será significativo. Arabia Saudita ya no quiere estar en una situación dependiente", dijo el príncipe ante un grupo de diplomáticos europeos.
"Aunque el príncipe Bandar no lo mencionó en ningún momento, Arabia Saudita es capaz de bloquear el suministro del petrolero a Occidente, lo que haría derrumbar las economías vulnerables tanto de Europa como de EE.UU. Sea como fuere, de todos modos la reforma de las relaciones con Washington se verá acompañada por la desestabilización del mercado petrolero, ya que un regateo es posible solo desde una postura de fuerza", opina Anatoli el Murid, bloguero y columnista del diario ruso 'Vzglyad'.
A primera vista, los comentarios del príncipe Bandar parecen poco lógicos: Riad no tiene a nadie más que Washington en quien apoyarse, ya que nunca tuvo una infraestructura militar autosuficiente. Pero su autor es el jefe de la Inteligencia del país, además de embajador de la nación en EE.UU. durante 22 años, recuerda el Murid. No se puede tratarse de un despiste o un paso emocional, insiste.
Según el bloguero ruso, los comentarios del príncipe Bandar permiten sacar tres conclusiones. En primer lugar, que entre la élite saudita existen unas divergencias muy serias. No en vano, se pronunció el príncipe, mientras que el rey Abdulá guardó silencio, lo que contradice todos los canones de la sociedad saudita. En segundo lugar, Bandar, que es un amigo personal de las familias republicanas más influyentes de EE.UU., además de su aliado político, no podía hacer tal declaración sin haberla acordado con sus 'socios' en Washington. En otras palabras, la lucha dentro del Congreso alcanza un nuevo nivel: los republicanos recurren a artillería pesada, uniéndose con Arabia Saudita para presionar a Obama. Y en tercer lugar, Riad muestra su línea roja y da a entender que, una vez cruzada, se olvidará de su postura tradicional y 'abandonará' incluso a Washington.
Pese a todo, también hay voces que insisten en que el deterioro de las relaciones diplomáticas entre Riad y Washington no afectará a las relaciones comerciales entre los dos estados. "Arabia Saudita ha mantenido relaciones políticas malas con muchos países, pero siempre continuó comerciando con ellos. Se trata solo de divergencias políticas, y eso no significa que vayan a afectar a las empresas públicas o privadas", comentó un oficial saudita bajo condiciones de anonimato a la agencia de noticias Reuters.