La crisis ha ensanchado la brecha existente entre los euroescépticos y quienes ensalzan la vida comunitaria, lo que se manifiesta especialmente en el ámbito empresarial, sobre todo a causa de las estrictas regulaciones de Bruselas.
"Anteriormente estaba a favor de Europa y ahora soy más escéptico. Estas regulaciones son desproporcionadas y forzarán a muchos a dar por terminados sus negocios", dijo James Dunworth, cofundador de ECigaretteDirect.
La indignación de James, un emprendedor británico que vende cigarrillos electrónicos, se debe a que las autoridades europeas pretender clasificar el objetivo de su negocio como producto medicinal. De momento, sus ganancias crecen porque cada día más gente quiere dejar el vicio de fumar. Pero si Bruselas insiste en sus intenciones, la licencia para el comercio le costará decenas de millones de euros.
"El problema es el precio y la burocracia implicada. Es imposible para una mediana empresa obtener la licencia. Y, en resultado, las grandes compañías de tabaco se apoderarán de este mercado, pues no tienen muchos motivos para promover la venta de cigarrillos electrónicos", agregó Dunworth.
Bajo la amenaza permanente de cierre, James paga más por el alquiler de su local a corto plazo en comparación de lo que podría costarle alquilarlo por un mayor tramo de tiempo.
Frente a los escépticos están aquellos que consideran que el mercado común es un panacea para el negocio. Ocho de las 10 compañías encuestadas por la confederación de la industria británica aseguran que votarían para quedarse en la Unión Europea. Simon dirige con sus socios una próspera firma que se dedica a la producción de queso. Con entusiasmo y convencimiento describe los beneficios comerciales de la Unión.
"No nos metemos con Estados Unidos o Canadá compitiendo por hacer negocios. Por otro lado, en Europa es muy simple, literalmente solo se necesita transportar los artículos desde A hacia B", comenta Simon Yorke, director de ventas de Cheese Cellar.
El ejemplo de estas dos compañías británicas se podría extender a otros lugares del viejo continente, unido por una larga lista de tratados. Mientras unos cosechan ganancias, otros sufren pérdidas y el conflicto de intereses se hace más y más agudo sobre el telón de fondo de la crisis, por mucho que ésta remita.