La 'colonización' china de África puede resultar nefasta para el medio ambiente

China es el principal socio comercial para la mayoría de los países de África: invierte en minas, pozos de petróleo e infraestructuras. En realidad, actúa peor que los colonizadores europeos en su momento, opina la primatóloga británica Jane Goodall.
"En África China está haciendo simplemente lo que hicieron los colonizadores. Ellos quieren las materias primas para su crecimiento económico, igualmente que los colonizadores que iban a África y se apoderaban de sus recursos naturales, empobreciendo a la gente local (…). China es más grande y la tecnología mejoró… Es un desastre", dijo la reconocida naturalista a la agencia de noticias France-Presse.

Destacó los daños no solo sobre la población local, sino, sobre todo, al medio ambiente. Según Goodall, quien trabaja en África desde mediados del siglo pasado, la carrera china por los recursos naturales africanos afecta gravemente los hábitats naturales de la vida salvaje.

El diario 'International Business Times' estima que China asignó a los países de África un total de 150.000 millones de dólares en los últimos cinco años, entre inversiones directas, préstamos y cooperación al desarrollo. El Centro para el Desarrollo Global, un laboratorio de ideas estadounidense enfocado al desarrollo internacional, da una cifra mucho más modesta: 75.400 millones de dólares entre 2000 y 2011. Los mayores receptores de la inversión china son Nigeria, Ghana, Argelia, Etiopía, Sudán, Sudán del Sur, Mauritania, Angola, Zimbabue, Guinea Ecuatorial, Camerún, Zambia y África del Sur.

Analistas calculan que solo en Nigeria China tiene más de 40 importantes proyectos de cooperación al desarrollo en marcha. Para hacerse una idea, uno de estos proyectos de largo plazo lanzado ya en 2006 tiene un coste estimado de 5.380 millones de dólares e implica la edificación de infraestructura "a cambio del derecho preferencial en subastas petroleras". Solo en 2013, Pekín dirigió 9.200 millones de dólares al sector energético nigeriano.

Entre otros ejemplos está la inversión de 2006 en Mauritania de un total de 4.040 millones que supuso "la exploración de petróleo, sistemas de aguas residuales, una mina de hierro y carreteras". En 2013, Zambia vio 4.000 millones de dólares procedentes de China, de los que 1.600 millones fueron para la minería.

Económicamente se trata de un beneficio mutuo para todas las partes: Pekín ve satisfecha su insaciable demanda, mientras que los países africanos crean puestos de trabajos y su PIB aumenta. 

Con todo esto, la mayor preocupación de Goodall no es el negocio legítimo, sino el hecho de que China sea un mercado enorme para los colmillos de elefante y cuernos de rinoceronte, lo que impulsa la caza furtiva de estos animales y ha reducido su población a niveles alarmantes. Según la cifra de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza, solo en 2012 más de 15.000 elefantes perdieron la vida por sus colmillos en 27 Estados del continente africano y el destino principal de este contrabando de marfil ha sido China. Sin embargo, la primatóloga británica destaca que las políticas oficiales de Pekín al respecto están cambiando y aprecia sus intentos de combatir el mercado negro de este material.