Las mercancías, como las personas, no pueden moverse libremente a través de las fronteras, acentúa la analista de 'Time' Rana Foroohar. Los recientes conflictos en diferentes partes del mundo, desde Oriente Próximo a Ucrania y el mar de China Meridional, y las sanciones han contribuido, pero la causa principal es que EE.UU. está pasando por un cambio profundo, dejando de ser la esponja gigante que absorbía los excesos de mercancías y servicios que producía el resto del mundo, insiste Foroohar.
El déficit comercial de EE.UU. (el índice que muestra cuánto mayores son las importaciones que las exportaciones) se redujo entre 2012 y 2013 en un 12%. Por una parte, es porque el país empieza a explotar sus reservas no convencionales de petróleo y gas y, consecuentemente, reduce sus compras de estas materias primas en el extranjero. Por otra parte, los consumidores estadounidenses todavía no se han recuperado de la crisis y no tienen dinero para gastar.
Mientras tanto, ninguna otra economía ha podido asumir este papel del consumidor mundial de última instancia. Europa está luchando por salir de la crisis y probablemente tenga problemas con el poder adquisitivo durante los próximos cinco años. Los mercados emergentes están sumergidos en distintos niveles de turbulencia y se expanden dos veces más despacio ahora que antes de la crisis. Los chinos, a quien les corresponde una gran parte del gasto mundial después de 2008, ahora se ven enfrentados a una posible crisis financiera propia, puntualiza la analista.
"En esta nueva época económica, no todos los barcos subirán igualmente o suavemente. ¡Prepárense para un camino lleno de baches!", advierte. Desde su punto de vista, mercados más o menos convergentes durante los últimos 30 años comenzarán a divergir a lo largo de líneas nacionales y sectoriales. El panorama económico mundial, al igual que el político, resultará más volátil y menos predecible.