Está previsto que Xi se reúna con los presidentes del Consejo Europeo, de la Comisión Europea y del Parlamento Europeo, Herman Van Rompuy, José Manuel Durão Barroso y Martin Schulz respectivamente. La cooperación estratégica entre la UE y China puede desempeñar un papel clave en la configuración del orden global, comentó Van Rompuy a la agencia china de noticias Xinhua con motivo de la visita. "Las turbulencias financieras, el cambio climático y las tecnologías modernas de la información no respetan fronteras nacionales", puntualizó el presidente del Consejo Europeo y destacó que se puede avanzar mucho más en caso de colaborar constructivamente "para un bien global".
Los temas económicos protagonizarán las negociaciones: el presidente chino viene acompañado por unos 200 comerciantes. Según adelanta el diario 'South China Morning Post', el objetivo es conseguir un amplio acuerdo multimillonario de libre comercio. Europa por su parte espera persuadir a China para que suavice las barreras para mercancías importadas y acepte más inversiones extranjeras directas europeas: actualmente solo un 2% de las inversiones extranjeras directas del Viejo Continente van a China.
La causa no es solo la legislación local, sino también el hecho de que si hace años las empresas europeas se dirigían a China buscando mano de obra barata, hoy en día la tendencia empieza a cambiar. Son inversionistas chinos quienes ahora estudian llevar su dinero a Europa del Este, donde una profunda crisis económica abarató todo. En 2012, abrió sus puertas la primera fábrica china de automóviles en Bulgaria. Según Pekín, para el año que viene tendrá invertidos 100.000 millones anuales en Estados de Europa del Este.
"Los estadounidenses tienen que adaptarse a un mundo dominado por China […]. China ya es la segunda mayor economía del mundo tras EE.UU. pero crece mucho más rápidamente. No está lejos el momento en que supere en tamaño a la economía estadounidense […]. Muy probablemente China conseguirá también los mismos ingresos per cápita que EE.UU. Con una población unas cuatro veces más grande que la de EE.UU., eso implicaría un cambio masivo en el equilibrio global del poder. EE.UU. tendrá la misma actitud hacia China que hoy en día tiene el Reino Unido hacia EE.UU. La gente cree que esto sucederá dentro de unos 50-75 años, pero probablemente lo hará solamente en 25 o 20 años", comentó al diario 'The Wall Street Journal' James Bullard, presidente de St. Louis Federal Reserve Bank —uno de los 12 bancos de reserva que componen el Sistema de la Reserva Federal de EE.UU.—, en vísperas de la gira europea del mandatario chino y poco después de que el presidente Obama también apareciera en Bruselas.
De acuerdo con la última cifra oficial de la Comisión Europea, la UE con sus coches, aviones, productos químicos y de lujo es el principal socio comercial de Pekín, mientras que para Europa, China, con su sector textil y electrónico, está en el segundo lugar tras EE.UU. Hoy en día el comercio bilateral alcanza los 1.600 millones de dólares estadounidenses diarios, pero Europa vende a China mucho menos de lo que compra: en 2013, su déficit comercial con Pekín fue de 180.000 millones de dólares.
Según la Unión Europea, China aún no ofrece a los inversionistas extranjeros acceso a las esferas que considera estratégicas, como transporte, telecomunicaciones o sanidad. El Departamento del Comercio de la Comisión Europea admite que está intentando impulsar a Pekín para que suavice las regulaciones y dé a los productores europeos el acceso a la creciente clase media del país. Según sus cálculos, cada año 20 millones de hogares chinos pasan el umbral de ingreso familiar de 13.500 dólares en el que las familias de clase media empiezan a ser capaces de pagar bienes y servicios de consumo clave, como los automóviles.