Este nuevo nacionalismo adopta varias formas económicas: las barreras comerciales, la protección de los activos, reacción contra la inversión extranjera directa, políticas que promueven los trabajadores y empresas locales, medidas contra la inmigración, el capitalismo de Estado y el nacionalismo de los recursos, escribe el experto. En el ámbito político, esto ha llevado a la creciente popularidad de los partidos populistas, que están en contra de la globalización e inmigración y, en algunos casos, son abiertamente racistas y antisemitas.
La crisis económica puede inflamar aún más las tendencias xenófobas y nacionalistas, lo que desencadenaría un conflicto militar
Roubini cree que las principales razones de estas tendencias son claras. El lento proceso de la recuperación de la economía global ha creado un espacio para los partidos populistas que promueven las políticas proteccionistas acusando al comercio exterior y los trabajadores extranjeros de una prolongada caída de sus economías. La creciente brecha entre los ingresos de los más ricos y los pobres en la mayoría de los países también contribuye al hecho de que los populistas tomen el control de la economía, lo que provoca, a su vez, el enriquecimiento de la élite y la distorsión del sistema político, indica el economista.
Actualmente, tanto los países desarrollados, como los que están en vías de desarrollo, se encuentran bajo el control de una minoría rica. La lentitud del crecimiento económico, el desempleo y los salarios estancados provocaron este proceso. La incertidumbre económica, por ejemplo, en la zona euro, ha propiciado que en muchos países los partidos populistas, sobre todo la extrema derecha, obtuvieran una victoria arrolladora en las elecciones al Parlamento Europeo, explica Roubini. Al igual que en la década de 1930, cuando la Gran Depresión dio lugar a gobiernos autoritarios en Italia, Alemania y España, una tendencia similar en este momento, tal vez, ya esté en marcha, dice el economista. Por otra parte, el nacionalismo está reviviendo en EE.UU., Asia y en algunos países de Oriente Medio.
En la década de 1930, la falta de prevención de la Gran Depresión fue el caldo de cultivo de regímenes autoritarios en Europa y Asia, llevando eventualmente a la Segunda Guerra Mundial. Esta vez, los daños causados por la Gran Recesión están sometiendo a las economías más avanzadas al estancamiento secular y a la creación de grandes retos de crecimiento estructural de los mercados emergentes. Además, el declive económico podría inflamar aún más las tendencias xenófobas y nacionalistas, lo que puede desencadenar un conflicto militar, concluye Roubini.