El gas de la discordia
El presidente de Rusia, Dmitri Medvédev, apoyó la decisión de la compañía energética Gazprom de disminuir el flujo de gas a Bielorrusia debido al impago de deudas por valor de 200 millones de dólares y recomendó a la empresa rusa seguir manteniendo las negociaciones con las autoridades bielorrusas.
"Actúe de conformidad con el correspondiente procedimiento, sin suspender las negociaciones con los socios bielorrusos e instándoles a cumplir el contrato", señaló Medvédev.
Bielorrusia reconoce la deuda y propone cancelarla mediante suministros de maquinaria, equipos y otros artículos, pero Medvédev recordó que la legislación rusa estipula que los pagos de deudas de países extranjeros deben efectuarse solamente en divisa extranjera, no en especie.
"Gazprom no puede aceptar el pago de deudas en empanadas, en mantequilla, en queso o en otros medios de pago", indicó el mandatario ruso.
"Desde las 10 de la mañana en Moscú, el 21 de junio de 2010 empezamos a reducir el suministro de gas a la República de Bielorrusia en un 15% del volumen diario de combustible hasta el 85% en forma gradual y proporcional a la deuda", anunció el presidente de Gazprom, Alexéi Miller.
Bielorrusia efectúa los pagos a Gazprom según el precio fijado unilateralmente por la empresa bielorrusa Beltransgaz de 150 dólares por 1.000 metros cúbicos, en vez de los 169 establecidos en el respectivo contrato.
Las disputas por el precio del gas entre Rusia y sus vecinos han sido una fuente de preocupación en Europa desde que en enero de 2009 Moscú cortó el suministro a Ucrania durante casi dos semanas, lo que afectó a 17 países, entre ellos Alemania, Grecia, Turquía y Rumanía.
Según Minsk, el recorte de los suministros impactará negativamente en las exportaciones a Europa: no tendrá suficientes recursos para mantener la presión en los gasoductos de tránsito. Por el territorio de Bielorrusia circula cerca del 20% del gas que Rusia exporta a Europa.
"Si limitan los suministros es improbable que no se vea afectado el tránsito", señaló un alto cargo del Ministerio bielorruso de Energía, quien destacó también los graves problemas con los que chocaría la industria de su país.