El capital alemán presiona contra las sanciones antirrusas

El capital alemán presiona para dar la espalda a EE.UU. Gabor Steingart, editor del principal diario financiero de Alemania, 'Handelsblatt', aboga públicamente por dejar en el olvido las sanciones contra Rusia.
"Si Occidente hubiera juzgado al entonces Gobierno de EE.UU. por la invasión en Irak con los mismos estándares que ahora a Putin, a George W. Bush le habrían vetado la entrada a la Unión Europea, los activos de Warren Buffett en el extranjero se habrían quedado congelados y las exportaciones de los automóviles de GM, Ford y Chrysler habrían sido prohibidas", expone Steingart.
Esta política de golpearse la cabeza contra la pared y hacerlo exactamente en la parte más gruesa de la pared te da solo dolor de cabeza y poco más

Según el periodista financiero más influyente de Alemania, las políticas de exclusión son una "gran tontería". "No ha habido casos registrados de países sancionados que se disculpen por su comportamiento y empiecen a obedecer para siempre", argumenta, y condena a Washington por agravar todos los conflictos en los que participa.

"La tendencia estadounidense a una escalada verbal y luego militar, al aislamiento, a la demonización y a los ataques a los enemigos no se ha mostrado eficaz. La última acción militar exitosa de EE.UU. fue el desembarco en Normandía. El resto —Corea, Vietnam, Irak y Afganistán— han sido un evidente fracaso. Mover unidades de la OTAN hacia la frontera polaca y pensar en armar a Ucrania es compensar un déficit de diplomacia con medios militares", opina. 
Nadie nos obliga a plegarnos a las órdenes de Washington 

Desde su punto de vista, el Gobierno de Obama recurre a "poses y amenazas" hacia Moscú para ganar más votos para los próximos comicios, mientras que Alemania debe tener una postura diferente y no someter a sus ciudadanos a un riesgo innecesario. "Esta política de golpearse la cabeza contra la pared y hacerlo exactamente en la parte más gruesa de la pared te da solo dolor de cabeza y poco más. (…). Seguir esta iniciativa —aunque sea de una manera calculadora y renuente hasta un cierto grado como lo es en el caso de Merkel— no protege a los alemanes. Más bien los puede poner en peligro", postula Steingart.
 
"Nadie nos obliga a plegarnos a las órdenes de Washington", insiste el periodista, destacando que Berlín tiene "un interés vital" en la estabilidad y la comunicación con Moscú. Los alemanes son vecinos de los rusos, receptores de sus recursos energéticos y proveedores de todo tipo de mercancías al mercado ruso, argumenta. Para el experto, es un error pensar que solo una parte se beneficia de las relaciones económicas entre los dos países. "Si los lazos económicos se mantienen en beneficio mutuo, cortar estos lazos dará lugar también a pérdidas mutuas. Castigo y autocastigo son la misma cosa en este caso", concluye Steingart.
 
El 29 de julio la Unión Europea, bajo presión de EE.UU., acordó imponer a Rusia sanciones económicas que afectan a su industria petrolera, de defensa y a los productos de doble uso. Moscú en respuesta decidió cerrar un año su mercado nacional a la producción agrícola, cárnica y láctea de los países comunitarios, lo que ya ha provocado protestas por parte de la industria europea.