La 'inversión' empresarial permite a las empresas disminuir su carga fiscal, recuerda Feldstein en un artículo en el medio 'Project Syndicate'.
"¿Qué deberían hacer los políticos estadounidenses? La Administración de Barack Obama intenta bloquear la inversión a través de medidas administrativas", señala el economista. "Sería mucho mejor desarrollar un plan legislativo que eliminara la tentación de relocalizar la sede en primer lugar".
Ahora el impuesto sobre los beneficios que pagan las empresas estadounidenses es un 35%, la tasa más alta entre los países de la OCDE (Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos), donde la tasa promedio es un 25%. Además, las empresas que operan en otros países tienen que pagar altos impuestos si quieren repatriar el capital, a diferencia de otros países de la OCDE, que en estos casos pagan mucho menos a sus países. "No sorprende que las compañías estadounidenses prefieran dejar sus ingresos en el extranjero, sea en instrumentos financieros o empresas filiales", señala Feldstein. "Como resultado, las empresas estadounidenses tienen en el extranjero 2 trillones de dólares de ingresos sin pagar impuestos a EE.UU.".
"El sistema fiscal existente en EE.UU. tiene efecto negativo en la economía del país en varias maneras", continúa el economista. "Los impuestos de sobra que pagan las empresas estadounidenses si quieren repatriar sus ingresos aumentan su coste de capital, lo que reduce su competitividad en los mercados internacionales. (…) Cuando una compañía extranjera compra una empresa estadounidense, paga los impuestos sobre los ingresos ganados en EE.UU., no sobre las ganancias de sus filiales en otros países".