Pekín estudia crear una nueva entidad financiera de inversión panasiática: el llamado Banco Asiático de Inversión Infraestructural (BAII), para cuyo desarrollo destinará 50.000 millones de dólares, según el portal de 'The International Business Times'.
El propósito del banco es proporcionar asistencia financiera a proyectos de telecomunicaciones, energía e infraestructura en la región. Ya han mostrado interés por la idea 21 estados, entre ellos la India, Singapur y Tailandia, lo que supone una amenaza para el Banco Asiático de Desarrollo apoyado por EE.UU. y Japón.
La India ha sido uno de los primeros países en dar la bienvenida a la iniciativa del gigante asiático. El primer ministro Narendra Modi prevé aumentar la cooperación económica con Pekín ya que en los próximos cinco años su país necesitará alrededor de un billón de dólares para proyectos de infraestructura.
La nueva iniciativa señala la posibilidad de redistribución del equilibrio geopolítico en el mundo y reforzará la influencia global de China, aseguran algunos expertos.
De acuerdo con el director del Centro de Relaciones Chino-Estadounidenses de la Universidad de Pekín, Tsenhua Sun Zhe, China trata de desarrollar su propia estrategia de contrapeso. Según 'The International Business Times', un diplomático occidental en Pekín también confirmaba que estas acciones "están dirigidas hacia EE.UU.".
Durante los gobiernos de Obama una de las prioridades en política exterior ha sido dar prioridad a la región de Asia-Pacífico. Los expertos ven en el BAII los intentos de China de reducir la influencia de EE.UU. en la región, señala el artículo.
No es la primera vez que China recurre a sus vastas reservas de divisas para ponerlas al servicio de sus relaciones internacionales y los intereses estratégicos del Estado. No en vano, China ha incrementado su comercio con África hasta los 200.000 millones de dólares, lo que supone el doble del volumen con EE.UU.