Un informe de la Organización de Cooperación y Desarrollo Económico (OCDE) muestra que la economía de Estados Unidos ha entrado en un período de estancamiento. El secretario general de esta organización, Ángel Gurría, admite que la recesión económica cesará pasado un año, pero se opone a cualquier optimismo declarativo al respecto.
Se le presentan dudosos al economista los pronósticos que prometen la segunda onda de la caída de volúmenes de la producción, o una ‘recesión de doble pendiente’, en el lenguaje profesional de sus homólogos. No obstante, el dirigente de la OCDE opina que para EE. UU. no habrá ningún cambio brusco ni una obvia tendencia al crecimiento. Y el signo más destacado de la permanencia de los eventos de la crisis económica global es el paro.
Gurría ‘no tiene prevista ninguna reactivación que sea lo bastante fuerte para llevar a un descenso considerable del desempleo’. El oriundo de Tampico (México), opina que este índice del bienestar de la sociedad no podrá volver a los niveles de la época anterior a la crisis antes del año 2013.
La prognosis de la OCDE coincide justo con la observación del presidente Barack Obama que dijo en una reciente reunión con votantes: “El bache fue tan profundo que mucha gente todavía lo está pasando mal”. En este sentido el mandatario de EE. UU. se mostró cauto ante el anuncio de la Oficina Nacional de los Ensayos Económicos (ONEE de Cambridge, Massachusetts) de que la crisis acabara en junio de 2009 y tuviera una duración de 18 meses.
Se sabe que la economía del país creció a un ritmo del 5% en el último trimestre de 2009, luego este empuje se ralentizó hasta el 3,7% en el primer trimestre de 2010 y entre abril y junio de este año se notaba la caída al 1,6%. Estos índices no acorralaron a la ONEE, pero sí dan que pensar a Obama, así como a la organización de Ángel Gurría. La norma que rige en la mayoría de países postula que una recesión comience tras dos trimestres consecutivos de la contracción económica.
Además del problema del paro, la preocupación por el futuro económico ha llevado a los estadounidenses a gastar menos, lo que supone un lastre para un país enormemente dependiente del consumo. Pese a aso, la previsión de la OCDE es aún muy optimista: la fundación pronostica para finales del año vigente un crecimiento del producto interno básico a 2,6% en comparación con el año anterior.
Para que esta perspectiva se viabilice, la economía necesita medidas adicionales de apoyo financiero y presupuestario, consideran en el organismo presidido por Gurría. Es imprescindible, en particular, un paso hacia el fortalecimiento de confianza al sistema monetario estadounidense, y lo es la reducción del déficit presupuestario hacia los 3% indicados como objetivo por Barack Obama.