En la cumbre del G-20 que se inicia el 11 de noviembre los países integrantes tendrán que resolver una serie de problemas económicos complicados tales como las guerras cambiarias, consecuencias de la crisis financiera, la reformación del Fondo Monetario Internacional (FMI), ayuda a los países pobres. Su capacidad de alcanzar el consenso será un índice de la eficacia del bloque.
Las fricciones que generan las políticas monetarias de diversos países y otras controversias comerciales representan unos de los escollos de la cumbre de mandatarios del G-20, grupo de países formado en 1999 por las principales economías desarrolladas y emergentes. Hoy comienza con los ministros de Economía y Finanzas de Corea del Sur en la previa, y mañana arrancará formalmente con los presidentes.
"Lo que tiene el G-20 es que es muy realista. No se van por las nubes hablando de cosas complicadas que no se pueden alcanzar, sino que siguen el principio de los pequeños avances. Ellos fueron los que hablaron de coordinar los estímulos en 2009 y eso mejoró la situación. Ellos son los que hablan de no aumentar el proteccionismo y ha funcionado", señaló Claudio Loser, presidente de Centennial América Latina.
Un aspecto característico de este formato es que es muy representativo. Las naciones del G-20 abarcan casi el 90% de la economía mundial. Y, de hecho, las cuestiones económicas tradicionalmente son los temas clave de las reuniones.
Esta vez no será una excepción y, según lo previsto, los problemas financieros marcarán la agenda de la cumbre de Seúl. Ésta incluye cuatro cuestiones principales: las guerras cambiarias, las consecuencias de la crisis financiera, la reforma del Fondo Monetario Internacional (FMI) y la ayuda a los países pobres.
En ese sentido, Rusia, como uno de los participantes, tiene sus planes y propuestas: "en cuanto a los asuntos clave de la cumbre de Seúl, como la estabilidad macroeconómica y los mercados de divisas, la posición de Rusia es que necesitamos un enfoque más coordinado. No queremos enfrentar sorpresas preparadas por nuestros aliados. Queremos un diálogo político más intenso entre los bancos centrales y los ministros de Hacienda. Esto puede llevar a una mayor estabilidad en los mercados", indicó Arkady Dvorkóvich, asesor del presidente de Rusia.
Política monetaria
Para conseguir este objetivo, los líderes de los veinte países también tendrán que ponerse de acuerdo en torno a su política monetaria. Y es que la reciente decisión de la reserva federal estadounidense de inyectar 600.000 millones de dólares a su sistema financiero, una medida que en la práctica equivale a devaluar el dólar, ha generado críticas de otras naciones, tales como Alemania, China, Argentina y Brasil.
Las naciones que dependen de las exportaciones temen que la medida de la Reserva Federal inunde sus mercados con capitales en busca de mayores ganancias, lo que encarecería sus propias monedas y perjudicaría a las industrias que proveen empleos y estabilidad a su población.
Es evidente que este problema, que ha recibido el nombre de 'guerra de divisas', centrará la atención en Seúl. No obstante, las disputas monetarias no son el único tema de la cumbre. Algunos creen que las cuestiones económicas deben ser tratadas junto con los asuntos medioambientales, sobre los cuales también será presentado un informe en el foro.
El cambio en los polos económicos
El crecimiento de los países del bloque BRIC (Brasil, Rusia, India, China) allana el camino para rediseñar la economía mundial. Así, por ejemplo, según Dmitri Medvédev, Rusia opta por continuar la reforma del FMI, con el fin de incrementar el protagonismo de las economías emergentes en la dirección de este organismo financiero.