Somos lo que comemos. Los adeptos al naturismo en todo el mundo optan por los alimentos orgánicos, pensados para conservar el delicado equilibrio ecológico y el rico sabor de los productos.
En Argentina se puede pedir a domicilio la cosecha de una huerta "verde", donde las frutas y hortalizas crecen sin ningún tipo de insecticidas.
Marcela Ablin es ingeniera agrónoma y recuerda que en su etapa “estudiantil” no se sentía identificada con los sistemas de trabajo que le enseñaban en la universidad.
Según ella, ahora gerente de producción de la huerta orgánica Tallo Verde, “ante la aparición de un insecto, tenías que recomendar usar un insecticida. Ante la presencia de malezas, tenías que usar herbicida. Se resumía todo el ecosistema en: un problema, un agroquímico; otro problema, otro agroquímico”.
Cuando se graduó comenzó a interesarse y especializarse en la producción orgánica de alimentos, una rama de la agricultura que respeta los ciclos naturales de los cultivos, no utiliza hormonas ni fertilizantes sintéticos, ni ningún tipo de sustancia química.
Poco después, un grupo de profesionales emprendedores la contrató para que pusiera en marcha su sueño: una huerta orgánica en la que los clientes pudieran hacer sus pedidos por Internet.
Los alimentos se cosechan al momento de la solicitud y al día siguiente, totalmente frescos, se entregan a domicilio.
Si bien la inmensa mayoría de los alimentos en todo el mundo se siguen produciendo de forma convencional, el mercado de orgánicos, que factura 20.000 millones de dólares al año, crece a un ritmo cercano al 10% anual. Argentina, por ejemplo, ya ocupa el segundo lugar en cuanto a superficies dedicadas a este tipo de agricultura que tiene normas muy estrictas.
Pedro Landa, el presidente del Movimiento Argentino de Productores Orgánicos, explica: “La norma dice: Mantener o mejorar la fertilidad, mantener o mejorar la biodiversidad, no usar productos de síntesis química y tener registros que comprueben para que todo el sistema sea sostenible. Y uno dice: ¿Por qué sólo mantener o mejorar? Porque los desastres ecológicos son tan grandes [...] que sólo mantener sería algo espectacular.”
Precisamente por no utilizar fertilizantes nitrogenados en su producción, los alimentos orgánicos tienen mayor duración y una mayor concentración del sabor natural porque, según dicen los expertos, las células crecen naturalmente sin llenarse de agua y nitrógeno.
La pregunta entonces es cómo se combaten las hormigas, las plagas y los pájaros para evitar que destruyan los frutos de las huertas. La respuesta está en que en este tipo de granjas hay muchos más insectos que en un sitio convencional, pero gracias a la habilidad de los técnicos hay un delicado equilibrio ecológico.
Marcela Ablin revela el secreto: “Este insecto que tenemos acá se llama mariquita o vaquita, y es un insecto benéfico que come pulgones. Esta es una hoja de pimiento que estamos cultivando [...] que tiene algunos pulgones [...] y esos pulgones son controlados biológicamente por este tipo de vaquitas. ¿Qué haría un productor convencional? [...] Sale corriendo, compra un insecticida [...] y mata a la mayoría de los pulgones y a los insectos benéficos.”
Pero lo orgánico no se limita a las huertas... esta misma dinámica ecológica se puede ya observar en la elaboración de vinos, tés, aceites y perfumes.
Hoy día, solo alrededor del 1% de los alimentos del mundo son de origen orgánico, pero esta tendencia comienza a tener influencia en todas las áreas.
Brasil, por ejemplo, ya anunció su "Copa Orgánica" para el Mundial de Fútbol 2014 donde se promoverá activamente que los jugadores y el público consuman preferentemente este tipo de alimentos.
Obviamente, el cuidado del planeta es un objetivo al que nadie puede ser ajeno, y esta forma de entender la alimentación contribuye a ello.