La situación convulsa que vive Oriente Próximo, especialmente, por los disturbios en Libia, han colocado el precio del barril de petróleo por las nubes y amenaza con repercutirlo consecuentemente en el coste del litro de gasolina. España, que en los últimos años ha gozado de los precios más bajos de combustible automovilístico en la Unión Europea, junto a Chipre y Estonia, ahora se ve a la cabeza de la lista de subidas de tarifas dentro de este organismo.
En general, los incrementos del último mes multiplican por cuatro los registrados en la UE. Mientras que Alemania pudo incluso permitirse la reducción del coste medio de la Súper 95 hasta en un 0.95% y Francia en un 0.03%, hay otros países donde crecen, como en Italia un 0.28%, Holanda un 0.56% y en España el 1.06%. Al no tomar en consideración la excepcional situación económica de Irlanda, donde la subida es del 6.5%., entre todos los países continentales de la Unión los índices mayores de subida de la gasolina son España, Dinamarca y Suecia.
En el caso del diésel, el incremento en España es el superior, un 3,07%, frente al del 1,9% de la UE y el 2,2% de la zona euro.
Aunque un conductor o transportista español tiene que abonar por un litro de combustible estadísticamente promediado alrededor de 1.28 euros (equivale a 1.76 dólares estadounidenses), al tiempo que la media europea es de 1.44 euros (1.98 dólares), la nueva tendencia inquietó tanto a la población, como al gobierno del país. La reacción de este último acerca de las oscilaciones de los precios del combustible ha sido mucho más contundente que en la práctica totalidad de sus socios europeos. Ante la inminencia de que la subida va a continuar, el gabinete de José Luís Rodríguez Zapatero decidió ahorrar gasolina a escala nacional. Por este motivo se decidió reducir el límite de velocidad en las autovías y autopistas españolas a partir del 7 de marzo a los 110 km/h.
Pese a que la medida ha sido declarada como transitoria, el ejecutivo ha dispuesto modificar las señales de tráfico y marcas viales en todo el territorio nacional, lo que le costará al presupuesto unos 250.000 euros (o casi 344.000 dólares). Como recompensa para la clase trabajadora también se rebajan en un 5% las tarifas ferroviarias de cercanías y media distancia.
Para algunos esta medida se resume en la célebre frase "No hay bien que por mal no venga". Además de lo de ferrocarriles, hay que esperar unos efectos positivos en la organización del tráfico automovilístico. Se cree que los nuevos márgenes de las velocidades permitidas también favorecerán a una importante reducción del número de accidentes de tráfico en las carreteras españolas.