La probabilidad del impago de Grecia crece y la salida de la zona euro se considera como una de las opciones más probables en un futuro próximo. Pero al mismo tiempo existen ciertas razones que muestran que no se dará este paso.
Grecia y Alemania: simbiosis económica
La zona euro es una organización no solo monetaria, sino también comercial y las economías de los estados miembros están funcionando en gran medida sobre la base del principio de vasos comunicantes. Así Grecia es un comprador activo de los productos alemanes: el superávit del comercio alemán-griego ha crecido de 2.000 millones de euros en 1999 a más de 8.000 millones en 2008. Aunque la cifra parece pequeña frente al total de 10.000 millones de superávit comercial mensual de Alemania, el consumo de los griegos repercute también en la locomotora de Europa. La renuncia a apoyar al 'eslabón débil' es contraria a su responsabilidad moral como organizador y principal beneficiario del proyecto euro.
Sin Grecia a ninguna parte
La membresía de Grecia en la zona euro tiene un gran significado simbólico e ideológico. En 2001 el país fue admitido en la eurozona, a pesar de que en aquel momento no cumplía con los criterios requeridos. Cuando el año pasado se puso a disposición del público la información sobre los acuerdos de swap entre Grecia y Goldman Sachs, la indignación de los funcionarios europeos en la prensa fue mayúscula. Pero resulta difícil creer que la operación especial de la introducción del 'polizón' a bordo del avión euro se realizara sin la participación directa de las autoridades financieras y políticas de la eurozona.
Un alto precio a pagar por la salida de la zona euro
La salida de la zona euro es un proceso económicamente desventajoso. No hay precedentes, pero los economistas de UBS calcularon que la renuncia al euro puede suponer para Grecia y Portugal la mitad del PIB. Este no es el escenario más favorable tanto para los 'expulsados' como para sus socios comerciales: la pérdida del 2% del PIB de la UE no es la mejor terapia para Europa. Además, a pesar de las desventuras actuales de la unión monetaria, el efecto sinérgico de la moneda única todavía no ha desaparecido.
El efecto dominó
En cada cadena hay un eslabón débil. En el caso de la zona euro el valor de Grecia consiste en el pequeño tamaño de su economía. La expulsión del país de la zona euro expondría a un gran peligro a España e Italia, lo que podría suponer la desaparición del propio euro.
Lo que no mata, fortalece
La situación actual es la mejor oportunidad para corregir los errores financieros del pasado y la elite europea lo entiende. Alemania, como principal fuerza de integración europea en el contexto del debilitamiento económico y político de Francia, Italia y otros miembros del núcleo fuerte, tratará de maximizar la posibilidad de fortalecer el 'poder vertical' de la unión monetaria.
China: apoyo financiero a cambio de acceso a los mercados
China claramente mostró su disposición a participar activamente en la compra de bonos de la zona euro, pero el precio de ese apoyo es un acceso de productos chinos a los mercados europeos, lo que es inadmisible para los políticos del viejo continente. La UE siempre ha confiado en el desarrollo del comercio interior y las exportaciones, y el entusiasmo de las autoridades chinas pueden fomentar la toma de medidas más drásticas para establecer un nuevo orden financiero, como por ejemplo la transformación gradual del mercado de bonos desde el ámbito internacional al europeo (de los actuales bonos a los eurobonos, cuya necesidad ya se plantea desde algunos ámbitos y que supondría el pago solidario de la deuda entre todos los países de la zona euro).
No es tan fiero el león como lo pintan
El estado de la economía europea no es tan lamentable como puede parecer. El ratio de deuda respecto al PIB de los miembros de la eurozona, según los estándares actuales, es bastante modesto, alrededor del 85%. El crecimiento del PIB de la eurozona supera considerablemente al de Estados Unidos y la tasa de desempleo general es aproximadamente del mismo nivel. Y el euro sigue mostrando una dinámica positiva: desde el momento de su puesta en circulación en el año 2002 se ha fortalecido con respecto al dólar en un 55%. Además, el debilitamiento del euro sólo beneficiaría la situación económica en la Unión, apoyando la labor de los exportadores.