La cumbre del G-20 que se inaugura hoy en Cannes ya se advierte como una de las más complicadas de la historia del conglomerado. Según los expertos, los líderes tendrán que acordar una vía para mitigar la segunda oleada de la crisis, que parece haber empezado ya.
Grecia en los reflectores
La agenda de la reunión de los países más industrializados del mundo, que se celebra del 3 al 4 de noviembre, promete ser una de las más tensas en la historia.
Los representantes del G-20 tratarán temas relacionados sobre todo con la economía global, el sistema financiero y sus mercados. Un tema importante será la situación en Grecia, pues en los últimos días la comunidad europea padece de gran nerviosismo después de que el primer ministro griego, George Papandreou, tomara la iniciativa de celebrar un referéndum para aceptar o no la ayuda financiera que le ofrece la zona euro para mantener su economía a flote a cambio de severos e impopulares recortes.
Los expertos señalan que la precepción de la crisis griega tiene ahora un ángulo completamente diferente. Ya no se trata solo de un problema contintental y de la insolvencia de un país integrante de la unión, sino de que ese país no quiere salir de la crisis al costo que le proponen.
Se prevé que el presidente ruso Dmitri Medvédev acuda a las sesiones desde el primer día de la Cumbre.
Rusia a su vez insistirá en que se ejecuten las medidas adoptadas por iniciativa propia, como la reducción de los déficits presupuestarios de todos los países, la imposición a los países en desarrollo de cuotas proporcionales en el FMI, y las iniciativas sobre seguridad energética y producción de petróleo.
Otros temas
Además del tema de Grecia, la cumbre se centrará en la asistencia internacional y el desarrollo de los países más pobres y el logro de la estabilidad social.
También se deliberarán los problemas de gobierno global, la reforma de las instituciones internacionales y las cuestiones de la OMC.
El segundo día de la cumbre estará dedicado a la regulación de los mercados financieros y energéticos, la cuestión alimentaria y la lucha contra la corrupción.
Los inversores casi no tienen esperanzas
La cumbre del G-20 podría ser un punto de partida para estabilizar la economía mundial, si no fuera por los desacuerdos entre las partes, lo que pone en tela de juicio la utilidad de estas reuniones, según los analistas.
Los inversores están a la espera de soluciones concretas en esta Cumbre, especialmente en el tema de la deuda griega, pero el ambiente que priva es la decepción porque organismos como el G-20 ya no son capaces de resolver los problemas mancomunadamente como antes.
Los economistas de Barclays Capital destacan que en el período 2008-2009, el G-20 desempeñaba un papel de liderazgo mundial en la integración de los esfuerzos para resolver la crisis, pero ahora la situación es más incierta y no hay unanimidad.
Los analistas creen que los inversionistas responderían positivamente al apoyo de la zona euro por parte del G-20, pero comparten la opinión de que la Cumbre pueda resultar más frustrante que reconfortante.