El sector del empleo ha agotado sus recursos y ha alcanzado un punto sin retorno. La Organización Internacional del Trabajo (OIT) advierte que el mundo se ve amenazado por un nuevo declive con una cifra de 200 millones de desocupados que podría causar disturbios sociales.
Se refiere sobre todo a los miembros de la Unión Europea y los países árabes, ya que los países de África y América Latina tienen una tasa mucho más baja de posibles conmociones.
De mal en peor
En su nuevo estudio 'El Trabajo en el Mundo 2011: Los mercados al servicio del empleo' la organisación asegura que el 75% de las potencias avanzadas y el 50% de los países en desarrollo ya muestran una desaceleración del crecimiento de empleo.
"Durante cinco años, de 2006 a 2010, los precios de los alimentos han aumentado en todo el mundo dos veces. Y el número de desempleados ha subido significativamente. Estos dos factores conducen inevitablemente a una crisis en la sociedad", señala el informe. Para la gente sin trabajo los desórdenes son la única forma de protesta, agrega la OIT. Alrededor de la mitad de los 99 países donde se realizaron los estudios no confía en su propio Gobierno.
El informe sostiene que "las tendencias muestran que no se le ha puesto la suficiente atención al potencial que los empleos podrían tener para impulsar la recuperación. Por el contrario, los países se han enfocado principalmente en tranquilizar a los mercados financieros".
Países avanzados: todo para sí mismos
En general esta situación se debe una serie de tendencias negativas en todas las esferas. Por ejemplo, los países desarrollados tienen el monopolio sobre la invención, compiten entre sí y no tienen ninguna intención de ampliar a otros países ese mercado.
En el mundo actual, los países se dividen en cuatro categorías: los innovadores y generadores de ideas (Dinamarca, Suecia, EE. UU.), los 'países-fábricas' (China, la India, Vietnam), los países productores de alimentos (como Australia, Brasil) y países proveedores de energía, también denominados apéndices de materias primas, (Arabia Saudita o, por ejemplo, Kuwait).
El monopolio también se observa en la esfera de la educación, que es una prerrogativa de los países más innovadores que paralelamente emprenden esfuerzos por 'absorber los cerebros' de los países del tercer mundo de forma casi gratuita.
Si alguna vez a escala mundial se introduce una ley que diga que los países desarrollados tienen la obligación de compartir todas las invenciones interesantes con la humanidad, por ejemplo, cinco años después de su creación, surgirá un mercado global competitivo. Esta medida sería mutuamente ventajosa tanto para los países desarrollados como en desarrollo.
La fórmula de la prosperidad global: trueque económico
Los primeros siempre tendrán unos estímulos para progresar, mientras los últimos se proveerán de tecnologías creando nuevas producciones y puestos de trabajo, lo que a su vez estimularía la instrucción para ser capaz de trabajar con nueva maquinaria.
Por otra parte el aumento de la población lleva a la escasez de alimentos. Los analistas opinan que se debe obligar a los países desarrollados a transferir sus biotecnologías, en otras palabras, la producción de alimentos en zonas anteriormente no adecuadas para este fin. Esto aumentaría el número de personas implicadas y los productos cultivados, lo que abastecerá de comida a los que sufren pobreza.
Si las personas son capaces de producir lo que necesitan para subsistir no tendrán que cruzar en balsas de forma ilegal a zonas más desarrolladas.