Finalmente, la Unión Europea (UE) ha rebajado considerablemente sus intenciones de limitar el poder que tienen las agencias de calificación sobre las economías del Viejo Continente. Aunque hace apenas unos días, a finales de la pasada semana, anunciaron medidas rigurosas, hoy la Comisión Europea volvió a dar muestras de su incapacidad para frenar la gran influencia de estas entidades sobre la economía continental.
El comisario de Mercado Interior y Servicios, Michel Barnier, tuvo que admitir, durante la presentación de las nuevas medidas, que renunciaron a algunos de los proyectos que se creía que se incluirían en la nueva norma. Por ejemplo, uno de los puntos clave, ya que no se prohibirá a las agencias que califiquen a los países rescatados, ni se intentará luchar contra el oligopolio que mantienen Moody’s, Standard & Poors y Fitch, prohibiéndoles la adquisición de compañías de menor tamaño.
La normativa que finalmente se pretende aprobar sí incluirá algunas novedades menores con el fin de rebajar la influencia de estas empresas sobre los mercados a través de las notas que establecen para las deudas soberanas. Algunas son de una lógica tan aplastante como impedir que evalúen productos o compañías en las que las propias calificadoras tienen intereses o establecer herramientas legales para que pueda denunciarse a aquellas que engañen a los inversores. Otras se centran en productos de riesgo, como los famosos fondos de hipotecas basura o subprime, que tendrán que ser auditados por al menos dos compañías.
Curiosamente, este intento de rebajar la influencia incluye la obligatoriedad de examinar a los países miembros de la UE al menos cada seis meses y no cada 12 como se hacía hasta el momento. Para evitar los efectos inmediatos sobre el mercado también se prohíbe la publicación de datos desde una hora antes de la apertura de las bolsas hasta su cierre. Igualmente, se obliga a las agencias a informar a un país o empresa sobre su nota un día antes de que esta salga a la luz, en el caso de que se haya producido alguna variación, indicando también las razones de esta.
No se sabe si, pese a lo tibio de las reformas con respecto a las anunciadas, esto podría suponer el principio del fin del ‘reinado’ de las calificadoras, ya que Barnier anunció que se estudiarán las ideas que fueron descartadas en un futuro. De esa opinión es, por ejemplo, el economista Santiago Niño Becerra, que asegura que “la época de las agencias de riesgo ya ha pasado”. Según él, “si la economía cada vez va a estar más intervenida, más regulada, esto quiere decir que vamos a ir más a datos reales, con lo cual estas agencias que interpretaban la realidad cada vez van a ser menos importantes”.
Una Europa de dos velocidades
Niño Becerra, famoso desde que vaticinara en su libro El crash del 2010 el inicio de una gran crisis económica en ese año, piensa que, para superar la crisis, es positivo que la UE acuda a los técnicos. Además, opina que “Europa no debe fraccionarse”, sino que por el contrario “tiene que estar cada vez más unida, coordinarse más, colaborar más”.
Sin embargo, esta colaboración ya no podrá basarse en una supuesta igualdad entre sus miembros, ya que “vamos a una Europa de geometría variable y de multivelocidad, porque las regiones y los países no son todos iguales, hay algunos muy potentes que tienen que colaborar más y otros menos potentes que tendrán que ir a otra velocidad”. Pese a todo, es optimista: “Creo que la Unión Europea no se romperá y que el euro no se romperá”.