Si parece que todo está en tu contra, hay que tomar las riendas de la situación. Eso es lo que pensaron miles de trabajadores de diferentes fábricas y empresas argentinas que quebraron en 2001 y decidieron recuperarlas por sus propios medios, hecho que se ha convertido en el símbolo de la lucha contra la desesperación, el paro y la crisis.
Actualmente, un decenio después de la crisis, en el país hay, según diferentes fuentes, de 205 a 300 empresas recuperadas por sus empleados en las que trabajan de 9.300 a 20.000 personas.
La autogestión fue una actitud de resistencia ante el desempleo durante la crisis, explica Alberto Caro, presidente del Movimiento Nacional de Fábricas Recuperadas. "Pero los obreros se dieron cuenta de que son capaces de administrar y gestionar y ahora esta alternativa es un modelo que demostró ser viable", añade.
Una lucha que no fue en vano
Muchos recuerdan esta época con dolor, pero también con orgullo, por haber luchado por su empleo, su bienestar, el de sus familias y en definitiva el de todo el país. Ante la perspectiva de quedarse en la calle sin un centavo, los trabajadores decidieron no retroceder, acamparon frente a las fábricas arruinadas exigiendo que la justicia les concediera el derecho de gestionarlas para poder seguir adelante.
Les costó mucho esfuerzo pero ahora muchas de estas cooperativas están funcionando bien y generan nuevos empleos. No obstante, los trabajadores destacan la importancia de nuevas iniciativas legales que garanticen la continuidad jurídica de las empresas.
El Gobierno de Cristina Fernández de Kirchner ya ha dado pasos concretos en este sentido. En marzo de 2010 la presidenta presentó al Parlamento una enmienda a la ley de quiebras, promovida por los propios trabajadores, que privilegia a los empleados frente a otros acreedores en caso de que la compañía esté rozando la bancarrota. En aquel momento la mandataria comparó a toda Argentina con “"una gran fábrica recuperada" tras la larga crisis. Esta modificación de la ley fue aprobada en 2011.