Holanda, Reino Unido, Dinamarca y Suecia cuentan con innumerables establecimientos de un tipo especial: funcionan a la vieja usanza, es decir, a través del trueque. Cada persona lleva aquello que no necesita o que ya no usa y lo cambia por otras cosas que le son más necesarias.
Ahora la crisis ha hecho que este sistema resurja y cobre más fuerza en países donde no era tan tradicional, como España. Pilar Román, por ejemplo, lo considera muy eficaz a la hora de renovar el vestuario: “Yo creo que es la mejor manera de intercambiar las cosas porque en las tiendas siempre hay lo mismo. Sigues la moda, pero aquí puedes encontrar cosas diferentes”.
¿Es una tendencia viable?
Sin embargo, pese a que este intercambio cada día goza de una mayor aceptación del público, son muchos también los que no ven el trueque como una tendencia económica realista ni viable. El economista José Antonio García Rubio opina que este mecanismo no se ha generalizado lo suficiente: “Evidentemente en una economía tan desarrollada como la española esa no es una opción viable desde el punto de vista general y con suficiente fuerza como para que sea una tendencia económica”.
Pero lo cierto es que el trueque o los ‘bancos de tiempo’ (una versión mejorada del mismo en la que se permite intercambiar servicios y no únicamente bienes) están desempeñando un papel fundamental en el nuevo marco financiero de Europa.
La socióloga Cristina Cuenca destaca que este es el año europeo del cooperativismo y en ese sentido se está utilizando mucho también el sistema de trueque empresarial, que son nuevas fórmulas de negocio en un momento en el que no hay capacidad financiera. Y a nivel personal cumple básicamente una función: la de permitir que personas que han quedado excluidas del sistema económico por no tener ingresos, puedan tener acceso a bienes y servicios.