Aunque oficiosamente la recesión quedó atrás en Estados Unidos, el repunte no está siendo tan fuerte como se creía hace un mes. La economía se expandió en el tercer trimestre a un ritmo del 0,7% del producto interior bruto (2,8% anualizado), dos décimas menos que en la primera estimación. Un crecimiento por debajo del 3% se considera frágil, por debajo del potencial.
El factor que contribuyó a esta revisión a la baja fue el consumo, que representa dos terceras partes de la economía. Con una tasa de desempleo de dos dígitos (10.2%) y los salarios congelados, es evidente que los estadounidenses no quieren gastar más de lo debido. Ayer se dio a conocer el dato de confianza de los ciudadanos, que está en un 49,5%, al borde del pesimismo.
El gasto de las familias creció entre julio y septiembre a una tasa anual del 2.9%, lo que supone medio punto menos de lo estimado. También fue menos vigoroso de lo esperado el crecimiento en la actividad del sector inmobiliario residencial, donde empiezan a apreciarse signos de estabilización gracias a los incentivos a la compra de vivienda ofrecidos por las administraciones. Dicho crecimiento se situó en un 19,5%, frente al 23,4% anunciado hace un mes.
El principal punto de vulnerabilidad está en la inversión empresarial, que cayó un 4,1%, lo cual se deja notar en los balances de los pequeños bancos. El fondo de garantía de depósitos (FDIC, por sus siglas en inglés) elevó a 552 las entidades con serios problemas de liquidez, que pueden acabar siendo intervenidas, un 33% más que hace tres meses. En lo que va de año, han quebrado 124 bancos.