EE.UU. se esfuerza para frenar las compras de petróleo iraní por parte de Asia, pero sus intentos son inconsistentes y fallidos.
Corea del Sur y Japón ignoran sus sugerencias, mientras India y China podrían incluso aumentar sus importaciones.
Asia, el mejor amigo de Irán
En el 2011, el 60% de las ventas de petróleo de Irán se dirigieron a Japón, Corea del Sur, India y China. No obstante, EE. UU. insiste a través de sanciones financieras en privar a Irán de sus 100.000 millones de dólares que tan solo el año pasado obtuvo por las ventas de su petróleo. Pero ninguno de estos países asiáticos parece estar dispuesto a reducir sus compras de combustible iraní, se afirma en un artículo The Washington Post.
“Estos consumidores dependen en una buena parte del petróleo de Irán, en particular India y China”, indicó al diario estadounidense el analista Víctor Shum, de la consultora Purvin & Gertz. “Es muy difícil para ellos cambiar de vía”, agrega.
EE. UU.: el ataque es la mejor defensa
Lo anterior inquieta a Washington, que espera que su presión combinada con el embargo de la UE sean suficientes para obligar a Irán a iniciar negociaciones serias sobre su programa nuclear, que según estos países está destinado a crear armas nucleares.
El Ministerio de Relaciones Exteriores de Corea del Sur aun no decide sobre la petición de EE. UU. de unirse al embargo. El panorama es similar en Japón.
China, como aliado de Irán, también tiene sus intereses profundamente ligados a los de la repúblcia islámica, de hecho mucho más hondamente que Corea del Sur o Japón. Los orientales describen los esfuerzos de Occidente para presionar a Irán con un embargo como “una sombra sobre la economía global”.
India, rival de los chinos en el continente, también incrementó sus compras de crudo iraní, en gran medida obligada por la reducción de las adquisiciones chinas.
En contraste con los esfuerzos estadounidenses, el embargo de la UE podría tener un gran impacto cuando entre en vigor en julio.
Según Shum, esto es reflejo de la combinación de las perspectivas de lento crecimiento de Europa y la capacidad de producción petrolífera de Libia, recientemente reinstituida para compensar cualquier déficit iraní.