La crisis de la deuda, la recesión, el aumento del desempleo y la caída de los ingresos han alimentado el descontento social en Europa y propiciado cambios de dirigentes, pero esto ha sido ineficaz para paliar los problemas económicos, como muestra un análisis del diario RBC Daily.
La zona euro, cambiar para que nada cambie
En los últimos dos años, en nueve países de la Unión Europea hubo una alternancia de gobernantes pero ninguno ha logrado paliar la situación económica de esas naciones, indica el estudio.
Antes de la crisis financiera mundial, la mayoría de los gobiernos europeos que eran controlados por partidos socialistas gastaron enormes sumas de dinero para financiar diversos programas sociales. Sin embargo, las turbulencias financieras les obligaron a apretarse el cinturón y endeudarse para llenar los agujeros en su presupuesto. El interés de los préstamos y de sus servicios ha comenzado a crecer.
En el 2009, la deuda nacional en la zona euro se elevó al 70% del PIB y en el 2011 hasta el 85%. Al mismo tiempo, en algunos países como Grecia e Italia superó el 100%. En estas circunstancias, los programas sociales pasaron a un segundo plano.
Como consecuencia la población dejó de apoyar a los socialistas y desde el otoño del 2009 tuvieron que ceder posiciones ante los partidos conservadores en seis países de la UE: Reino Unido, España, Portugal, Hungría, Eslovaquia y Bulgaria.
Sus nuevos líderes empezaron activamente a reducir el gasto presupuestal, pero usando las recetas de sus predecesores; es decir reduciendo el número de puestos de trabajo en el sector público, suprimiendo una serie de programas sociales, introduciendo nuevos impuestos o aumentando los ya existentes.
Así, España tiene ahora un desempleo récord para Europa (22,9% y entre los jóvenes alcanza hasta un 50%), mientras que el Partido Popular español impuso un impuesto adicional, cuya tasa varía del 0,75 al 7% dependiendo de los ingresos del contribuyente.
Según los expertos de RBC Daily, este enroque de poder no liberó de los recortes a la población. Los actuales gobiernos de Portugal y España no proponen ninguna solución innovadora, y los gobiernos conservadores de Grecia, Italia, Dinamarca son ya las nuevas víctimas de la crisis.
El pueblo 'indignado'
En general, debido a la impopularidad y la ineficacia de las medidas económicas ningún gobierno o partido oficial puede tener total seguridad, creen los expertos. Un ejemplo notable es Francia. La popularidad del presidente Nicolas Sarkozy ha caído drásticamente al 25%. Los votantes están descontentos por las reformas del líder, dirigidas principalmente a reducir el gasto público y a aumentar los impuestos, pero no a generar bienestar.
La decepción no es únicamente un fenómeno francés sino regional. La única diferencia es cómo se expresa ese pesimismo: en España y Grecia son más proclives a hablar de revolución; mientras que en Alemania se inclinan por imponer reformas conscientes.