La zona euro está plagada de una estructura gobernante débil, los mercados de deuda soberana fragmentados (lo que reduce mucho su liquidez) y unas perspectivas inseguras de desarrollo. Los EE. UU. se ven obligados a hacer frente a una oscura posición fiscal, un déficit persistentemente amplio del comercio y del presupuesto estatal, y un sistema político que está en riesgo de caer en el proteccionismo. China, por su parte, deberá resolver la debilidad sistémica de su estructura financiera y tratar limitaciones derivadas de su sistema de control del capital y el crecimiento económico basado en las exportaciones y no en el consumo interno.
Los autores del documento titulado ‘Inseguridades del euro, dólar y yuan’ subrayan que los futuros patrones globales del comercio y el movimiento del capital dependerán de la política aplicada dentro de cada una de estas zonas monetarias. Ofrecen tres posibles escenarios.
Escenario número 1. Reversión al regionalismo
Los desafíos fiscales en la zona del euro y EE. UU. se olvidan y los legisladores se centran en los problemas puramente internos e ‘individuales’. Seguirán desarrollándose vínculos solo con economías regionales.En este caso, resultarán severamente limitadas las migraciones de países en desarrollo, lo que obstaculizará contratar a especialistas extranjeros por más profesionales que sean. Se aumentarán los impuestos para las importaciones, con lo cual crecerán mucho los precios de los bienes extranjeros de equipamiento. Todo eso, con el fin de dar un impulso a los productores locales.
Con este escenario, el comercio y los flujos financieros a nivel global disminuirán, ya que las crecientes barreras para los capitales extranjeros encarecerán mucho las inversiones. Según el WEF, los chinos serán los únicos que podrán aprovecharse bien de la situación: la reducción de la demanda para las exportaciones reformará el modelo de crecimiento económico del país y lo redirigirá hacia el consumidor local.
Escenario número 2. Nuevo equilibrio
El estupor político y el crecimiento estancado en Europa desembocan en una desintegración gradual de la unión monetaria europea. Al mismo tiempo, EE. UU. y China implementan reformas estructurales.En este caso, los autores del documento predicen un auge en la cooperación económica mutua entre los dos países y la formación definitiva de un campo financiero mundial bipolar, G-2. Con todo eso, el consumo tradicionalmente alto en EE. UU. seguirá creciendo, mientras que la reformada economía china, por su parte, también tomará rumbo hacia el consumidor local.
Como consecuencias globales de este escenario, el WEF ve presión acelerada sobre la sostenibilidad de los recursos naturales, y, respectivamente, el aumento de precios de las materias primas.
Escenario número 3. Reconciliación del mundo de dos velocidades
Este escenario ofrece un pronóstico contrario a la versión anterior. Europa consigue reformar exitosamente su sistema de gestión económica y sale a la luz como una unión fiscal, encabezada por un Ministerio común de Finanzas. Mientras tanto, la situación en EE. UU. no es sostenible: el Congreso no puede llegar a un acuerdo acerca de las reformas necesarias, la inflación crece y el dólar pierde su papel decisivo en la economía mundial. Las inversiones anteriormente destinadas a EE. UU. se redirigen a la UE.Al mismo tiempo, crece una orden monetaria alternativa, con el yuan como núcleo, debido al crecimiento fuerte de China y su presión por el uso de su moneda en los mercados emergentes, los de los BRICS (Brasil, Rusia, la India, China y Sudáfrica), en primer lugar. Lo que preocupa más a los autores del documento en este caso son las perspectivas de las relaciones entre las dos divisas: el euro y el yuan.
Los analistas del WEF advierten que la realidad podría ser mucho más complicada que las tres versiones del futuro sistema monetario mundial que ofrecen en su informe, pero insisten en que el documento ayuda a entender mejor las tendencias financieras actuales. También se abstienen de comentar cuál de los escenarios les parece más viable. La única conclusión que se puede hacer a primera vista es que para el Foro el único modo de hacer sobrevivir a la zona euro es privar a las economías de la región de su soberanía financiera y unirlas en el marco de un Ministerio común de Finanzas, fortaleciendo el poder centralizado.