Unas 150 personas murieron a causa del terremoto que sacudió a Grecia en 1999. "Primero sentimos un enorme ruido, profundo y hueco. Luego comenzó a temblar, parecía que hubiese sido por mucho tiempo. Inmediatamente pensé en proteger a mis hijos pequeños. Cuando vimos la ciudad, parecía un campo de batalla, era terrible", recuerda el testigo Aglaia Taralidou.
La reconstrucción de los daños significó un desembolso de 2 mil millones de euros. Ahora, la situación sería mucho más grave.
En su desesperación por la crisis, el gobierno griego ha echado mano a fondos de emergencia, asignaciones monetarias que se establecieron para mitigar los daños de eventuales desastres naturales y que ya no estarán ahí cuando se necesiten. Con esto no solamente se pone en riesgo la vida de los ciudadanos, sino que también el Estado de parte del patrimonio cultural que se encuentra en este país.
Las partidas presupuestarias fueron revisadas de acuerdo a las exigencias del FMI, la UE y el Banco Central del bloque. Esta troika decide el destino económico de Grecia y su plan de austeridad para el país implica recortar fondos de prácticamente todas las asignaciones, incluso las de emergencia.
"Los recortes han alcanzado un nivel importante llegando hasta el 30 o el 35% y también se han tocado los fondos de emergencia. Ahora en una emergencia, tendremos que mirar a la Unión Europea y pedir dinero en condiciones que están exentas del sistema de préstamos", dice el profesor de economía de la Universidad de Atenas, Koastas Melos.
Pero la ubicación geográfica de Grecia no permite bajar la guardia y es que el país particularmente se encuentra en los bordes de dos placas tectónicas.
"Estos recortes pueden ser calificados como algo criminal. Eso es tan irrebatible como que va a ocurrir otro terremoto. Aquí hay vidas humanas en juego", dice Aglaia Taralidou.
Y al igual que los terremotos, otros desastres naturales a menudo no se pueden predecir. Pero sí es posible diseñar planes de acción ante estos eventos. Sin embargo, ahora los recortes han hecho que el país sea mucho más vulnerable a los efectos de una catástrofe.
"No tenemos fondos debido a los recortes y no podemos continuar con nuestro trabajo. Hemos estado documentando la gran actividad sísmica y sus potenciales efectos, pero no podremos seguir haciéndolo de la manera en que lo hacíamos. Es una situación grave y peligrosa", dice el presidente del Sindicato de trabajadores del Instituto de Geología y Exploración Mineral, Haris Smyrniotis.