Los acreedores internacionales de la Troika compuesta por representantes del FMI, la Comisión Europea y el BCE examinan actualmente si el gobierno griego cumple con sus obligaciones en virtud de una política de austeridad.
De acuerdo con el diario alemán, independientemente de los resultados de la auditoría, es obvio que Atenas es incapaz de reducir su deuda pública a niveles sostenibles. Sin embargo, la opinión pública de los principales países de la eurozona, especialmente Alemania, se opone a seguir prestando ayuda financiera a Grecia.
Si a Grecia se le concede una prórroga, la Troika tendría que prestarle una asistencia adicional de 10.000 a 50.000 millones de euros. Muchos países de la zona euro, sin embargo, ya no están dispuestos a pagar por la deuda griega. Países Bajos y Finlandia acaban de anunciar que asisitirán a Atenas solo si el FMI participa en el rescate.
Dos políticos alemanes influyentes han criticado fuertemente a Grecia. El Secretario General de la Unión Social Cristiana de Baviera, Alejandro Dobrindt, exhortó oficialmente a Atenas a volver al dracma. Según el socio de Angela Merkel en la coalición gobernante, Grecia debe proceder al pago de salarios a los funcionarios públicos en la vieja moneda nacional. Según él, de esa forma el retorno al dracma puede ser menos doloroso.
Otro aliado político de Angela Merkel, el ministro de exteriores Guido Westerwelle, reprendió a Atenas por "poner en cuestión" acuerdos ya alcanzados sobre las condiciones de la ayuda. Según el jefe de la diplomacia alemana, cualquier negociación sobre esta cuestión es inaceptable para Berlín.
El escepticismo del FMI, compartido por los políticos alemanes, se basa en el análisis de la situación de la economía griega llevado a cabo por el organismo. Según el FMI, en Grecia resulta inviable reducir el nivel de deuda pública al nivel esperado del 120% del PIB para 2020.