Los jóvenes franceses pierden demasiados años en las aulas para después no poder conseguir un empleo, denuncian. Jonathan, un joven desempleado, cree que el sistema capitalista ha llegado a sus límites. “Mi generación ha estudiado durante años. Yo por ejemplo tengo un máster terminado y no puedo encontrar trabajo”, lamenta.
Patrick, otro desempleado, trabajó más de 18 años en una fábrica de producción de automóviles. Al quitarle su empleo le ofrecieron otro puesto, pero le duró poco ya que la fábrica cerró.
El problema del desempleo juvenil en Francia no solo es económico sino también político. Es precisamente este último ámbito el que más ha afectado al país, pues luego de las sanciones impuestas por la Unión Europea a Irán, el mercado automovilísco francés perdió a uno de sus mejores clientes.
“El mercado iraní es enorme, es el segundo después de Francia: 450.000 coches fueron vendidos en el 2011, es decir, el 15 % de las ventas totales. Es mucho dinero perdido, si el gobierno puede intervenir a nivel comercial puede hacerlo también a nivel social y bloquear los despidos”, dice Jean-Pierre Mercier, director de la Confederación General del Trabajo en Francia.
La población está segura que el gobierno puede frenar el desempleo. El presidente François Hollande prometió crear más puestos de trabajo durante su campaña, pero sus palabras se las ha llevado el aire mientras jóvenes como Jonathan continúan soñando en vano con el trabajo que anhelan y necesitan.