“Empezar a financiar estos países no tiene mucho sentido para el BCE (…). Esto resultaría simplemente en que el BCE asuma la deuda pública de España e Italia como parte de su balance general. Esto, en consecuencia, debilitaría al BCE y no haría nada para resolver los problemas esenciales. (…) El BCE no debería hacer ninguna intervención más, pues quitaría presión a los gobiernos que son los responsables de reformar sus economías”, expresó Coene
a los periodistas de los diarios belgas De Tijd y L’Echo.
Esta declaración contrasta con la postura del secretario general de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), Ángel Gurría, quien, en una entrevista concedida al diario alemán Neue Osnabruecker Zeitung, subrayó que respalda la idea de que el BCE compre deuda italiana y española, para aplacar los embates de los mercados.
Cabe recordar que el pasado 2 de agosto, el presidente del BCE había causado una ola de entusiasmo en los mercados al anunciar que haría todo lo posible para salvar al euro, incluida la posibilidad de comprar las deudas soberanas. En respuesta, el euro dejó de caer y el costo de los préstamos para los Gobiernos de España e Italia se redujo drásticamente.
Con toda esa divergencia de opiniones, es muy poco probable que en un futuro próximo las estructuras reguladoras del sistema financiero de la zona euro puedan presentar una estrategia unánime que permita atenuar la crisis. Según expertos, el efecto positivo del anuncio de Mario Draghi se ha agotado ya y a los inversionistas les esperan pérdidas multimillonarias.
“La situación es mucho peor de lo que piensa la gente. Creo que los inversionistas simplemente se verán obligados a eliminar la deuda y no solo la deuda griega, sino también la deuda española e italiana. Para cortar este ‘nudo gordiano’, el BCE no tiene recursos suficientes”, opina el especialista en operaciones en mercados financieros Andréi Mordávchenkov, según cita el diario ruso Kommersant.