La razón principal es que los países europeos se incorporaron al bloque monetario con diversas posiciones de sus divisas. La mayoría de los que ahora están experimentando problemas ya tuvieron un déficit en cuenta corriente, mientras que los países clave tuvieron un superávit que desde entonces ha aumentado.
"Las economías del núcleo ahora se sienten mucho mejor que la zona euro en su conjunto. Y el crecimiento de sus exportaciones desde la llegada del euro solo confirma la idea de que las monedas de estos países buscarán fortalecerse en el caso de la descomposición", señala el economista de Capital Economics, Jennifer McKeown.
Según McKeown, en ese caso los tipos de cambio se desvían más de lo que justifican los factores macroeconómicos. Para los países con problemas esto significa una gran devaluación, mientras que para los estables implica un fortalecimiento significativo de sus monedas.
"Es razonable esperar que ante una disolución de la unión monetaria las monedas de países con superávit comercial externo, se fortalezcan. En primer lugar, se trata de Alemania donde el fortalecimiento puede ser muy significativo", coincide con la opinión de Capital Economics, el economista de Berenberg, Christian Schulz. Asimismo, agrega que los países más pequeños que dependen de Alemania también sentirán el efecto negativo.
Además de las cuestiones económicos, existen factores psicológicos, que solo contribuirán a las fluctuaciones de la moneda. "La gente se apresurará a transferir sus activos a la moneda alemana, suponiendo que así será más seguro", dice Schulz.
"El fortalecimiento de la moneda implicaría a Alemania más daño que beneficio, debido a la caída de las exportaciones y la deflación", opina.
Mientras tanto, los líderes de la UE inician en Bruselas una reunión que se prevé maratónica para tratar de acordar el marco presupuestario del bloque para los próximos siete años y que mantiene divididos a los 27.