El economista jefe del banco ANZ, Liu Ligang, lo consideró “un chantaje monetario” respecto a otras economías exportadoras de Asia, como la china. En su opinión, ante esta política el Banco Popular de China (BPC) debería vender más yuanes y comprar más dólares estadounidenses para empujar hacia abajo el yuan.
También instó a las autoridades que se protejan de una nueva onda del “dinero caliente” en los mercados financieros bastante frágiles de China. Advirtió que la moción de Japón va a disparar de nuevo las especulaciones, en las que se piden préstamos enormes en yenes, aprovechándose de los intereses bajos de los bancos japoneses, y se invierte en los mercados de alto interés.
Un ex consejero del BPC, Tsinghua Li, supuso que su país podría acelerar la liberación de sus capitales para incrementar la inversión en los mercados de acciones extranjeros. En su opinión, eso “sería un camino eficaz para hacer frente a la venidera ronda de la guerra monetaria global”.
Y el economista del banco Barclays, Chang Jian, pronostica que la política monetaria agresiva no propiciará crecimiento ni inflación en Japón, sino que es capaz de afectar ante todo a las exportaciones de Corea del Sur, por encima de las chinas.
Los alarmantes pronósticos habían sido anticipados por una advertencia de George Soros. El famoso inversor y especulador de divisas consideró “bastante peligroso” el plan japonés de flexibilizar el yen anunciado el pasado jueves. Dicho plan consiste en ampliar la base monetaria hasta 270 billones de yenes (2.767.000 millones de dólares) y duplicar la compra de deuda pública y de activos financieros de mayor riesgo.