Cinco de las 10 mayores economías ya dan esquinazo al dólar en su comercio con China

El dólar de EE.UU. está perdiendo rápidamente su estatus como moneda de reserva mundial. Cinco de las diez principales economías del mundo se unen a las que ya no usan el dólar como moneda de intercambio con China.
Esta tendencia representa un gran riesgo para el dólar y para EE.UU., advierten los economistas. Australia, la 12ª economía del mundo, se ha unido recientemente a la creciente lista de naciones que han accedido prescindir del dólar en el comercio bilateral con China. El gigante asiático, segunda economía mundial por detrás de EE.UU., también mantiene acuerdos similares con Japón (3º), Brasil (6ª), India (10ª) y Rusia (9ª).

Además de los acuerdos con China, algunas de estas naciones han concluido otros acuerdos similares entre sí. Por ejemplo, India y Japón comenzaron a efectuar transacciones en sus respectivas monedas nacionales para manejar su comercio bilateral. 

Según varios economistas, el dólar está ciertamente cerca del final de su reinado, lo que podría dar lugar a graves penurias económicas para Estados Unidos, teniendo en consideración su actual situación económica.

"El gobierno de EE.UU. se enfrenta a una asfixiante deuda, mientras que sus ciudadanos se enfrentan a un desempleo persistentemente alto (debido en parte al alto valor del dólar), a un mercado de bienes raíces fracasado, a una carga récord de deuda personal, a un sistema bancario inflado y a una economía tambaleante. Esa no es la imagen de una superpotencia mundial digna de los privilegios obtenidos de la moneda de comercio mundial. Otros países están empezando a verlo y poco a poco se alejan de dólares en sus transacciones, empezando con el petróleo", advierte jefe estratega de inversiones de energía Marin Katusa de Casey Research.

"Si el dólar de EE.UU. pierde su posición como moneda de reserva global, las consecuencias para EE.UU. serán nefastas", agregó.

Según los analistas, el imperialismo de EE.UU., combinado con una deuda que crece constantemente, parece haber creado una espiral a la baja que obliga a muchos de las principales economías a abandonar el barco que se hunde. Los economistas no descartan que otros países sigan este mismo ejemplo.