El Centro de Conferencias de la Casa Blanca acogió esta semana a cerca de una veintena de mesas de trabajo establecidas para elaborar las prioridades para el futuro Tratado Transatlántico de Comercio e Inversiones (TTIP, por su sigla en inglés), un acuerdo cuya magnitud no tiene precedentes.
"Han sido unas conversaciones positivas y muy productivas, ambas partes han mantenido su compromiso con un alto nivel de ambición", subrayó Ignacio García Bercero, jefe del equipo europeo, en la rueda de prensa de cierre de la primera ronda.
Algunas de las áreas tratadas en estos días fueron la normativa sanitaria y fitosanitaria, el acceso a los mercados y los bienes industriales, las adquisiciones públicas de bienes y servicios, el sector automovilístico, los servicios financieros, el comercio electrónico y los productos agrícolas.
Los representantes de la industria del cine estadounidenses aceptaron la demanda de la delegación europea de que se excluya la industria audiovisual del acuerdo ante el dominio estadounidense en esa área, según fuentes comunitarias citadas por la agencia EFE.
Está previsto que el siguiente encuentro se realice en Bruselas el próximo octubre.
El convenio, de concretarse, constituiría la mayor zona de libre comercio global, que ya ha sido calificada como una OTAN económica y que supondría el 50% de la actividad económica mundial.
Según un estudio de la Cámara de Comercio de EE.UU., su eventual aprobación añadiría 120.000 millones de dólares a los 650.000 millones anuales que en la actualidad genera el comercio bilateral.
Se cree que el tratado podrá contrarrestar el creciente poder económico de China.