Opinión
Haití se puede convertir en un desierto
Tanto el Gobierno haitiano como los organismos encargados de la reconstrucción del país luego del terremoto de 2010 dejan de lado el problema medioambiental que padece Haití. Por año se pierden más de 15 millones de árboles a causa de las empresas madereras y de la utilización del carbón vegetal como método de subsistencia. Aunque ya se intentó reforestar, cuando se solucione la crisis política se deberá, en conjunto con la ONU, financiar otros métodos de producir energía sin que se recurra a la tala indiscriminada, que dejó solo el 2% del suelo arbolado.
Haití no superó aún el daño provocado por el devastador terremoto de enero de 2010, ni tampoco la epidemia de cólera que ya mató a más de 4.000 personas y mucho menos los siglos de saqueos coloniales, postcoloniales, endeudamientos extorsivos, dictaduras y Gobiernos títeres impuestos por Estados Unidos y Francia.
Problema oculto
Los organismos encargados de la reconstrucción del país, ya sea financiera, de remoción de escombros, de salud y de nuevas viviendas, no toman en cuenta uno de los problemas más graves que padece Haití desde hace más de un siglo: la depredación de los bosques.
De acuerdo con un informe elaborado por el Programa de la ONU para el Desarrollo, un 70% de la población haitiana utiliza el carbón vegetal para cocinar. Pero, durante la década de los 90 aumentó la tala de árboles por parte de empresas madereras asociadas a las dictaduras y a los Gobiernos corruptos y también por parte de los agricultores para producir tierras cultivables. Además, el documento señala que por año se pierden entre 15 y 20 millones de árboles y que el suelo de Haití alberga solo un 2% de bosques.
Por otro lado, la deforestación en lugar de favorecer a la agricultura la limita, porque sin las raíces de los árboles los suelos se desgastan y la erosión del viento los torna infértiles. Luego, la lluvia arrastra torrentes de barro de las colinas desérticas, lo que amenaza a las cosechas y además a la pesca, ya que los sedimentos suelen depositarse en los ríos.
En el país más pobre de América, cuya renta per cápita promedia era de 260 dólares antes del terremoto, la agricultura y la pesca eran dos medios de subsistencia extendidos en la población.
Medidas provisorias
El Ministerio de Medioambiente de Haití se creó recién en 1995. Antes del brutal sismo recibía solo el 0,25% del presupuesto nacional. Su máximo logro fue organizar campañas aisladas para reforestar, pero su alcance fue muy limitado. Sin embargo, organizaciones no gubernamentales incentivaron la creación de ladrillos combustibles a base de residuos vegetales para evitar la tala de árboles y que se los utilice como combustible y carbón vegetal.
Los ladrillos combustibles de paja se sustituyeron por otros a base de papel reciclado y de hojas secas, sin embargo la emisión de humo es muy cuantiosa y aunque evita que se talen árboles el aire se llena de impurezas.
En la República Dominicana, país vecino que comparte la isla La Española con Haití, se prohibió hace más de medio siglo el uso del carbón vegetal y además el Gobierno subsidió cocinas a gas natural. Esta medida, junto con la prohibición de la tala de bosques a empresas multinacionales, preservó la abundante vegetación que caracteriza a este país caribeño.
¿Dónde está la reconstrucción?
Ni la Comisión Interina de Recuperación de Haití (IHRC), liderada por el expresidente norteamericano Bill Clinton, ni el informe del Departamento de Estado de EE.UU sobre la reconstrucción de Haití mencionan la posibilidad de reforestar el país. Sin embargo, existe un plan de inversiones del Gobierno haitiano para destinar unos 100 millones de dólares para plantar 10 millones de árboles por año durante los próximos cinco años.
El crédito lo obtiene del Banco Interamericano de Desarrollo, pero solo recibió una cuarta parte para este proyecto. Al igual que varios organismos y países involucrados en el rescate de Haití, los bancos tampoco ven viable o rentable la reforestación del país, no solo como un tema medioambiental, sino como una posibilidad económica.
Mirar por primera vez hacia el futuro
La replantación masiva de árboles es una medida que frena momentáneamente el problema medioambiental de Haití, sin embargo el Gobierno deberá controlar aún más la deforestación por parte de compañías y de los haitianos que recurren a este método para la subsistencia. Además, los donantes internacionales y los programas de los organismos que orientan sus esfuerzos hacia el rescate del país, sumados a la comunidad internacional, deberían estimular el uso de cocinas a gas y el subsidio del combustible, tal como lo hace en otras áreas.
Es cierto que las prioridades están puestas en lo más inmediato, pero de una vez por todas Haití debe dejar de mirar al cortísimo plazo y tiene que apuntar hacia objetivos más duraderos, que traerán consigo la protección del medio ambiente y en consecuencia nuevas oportunidades económicas para esta nación.
Haití no superó aún el daño provocado por el devastador terremoto de enero de 2010, ni tampoco la epidemia de cólera que ya mató a más de 4.000 personas y mucho menos los siglos de saqueos coloniales, postcoloniales, endeudamientos extorsivos, dictaduras y Gobiernos títeres impuestos por Estados Unidos y Francia.
Problema oculto
Los organismos encargados de la reconstrucción del país, ya sea financiera, de remoción de escombros, de salud y de nuevas viviendas, no toman en cuenta uno de los problemas más graves que padece Haití desde hace más de un siglo: la depredación de los bosques.
De acuerdo con un informe elaborado por el Programa de la ONU para el Desarrollo, un 70% de la población haitiana utiliza el carbón vegetal para cocinar. Pero, durante la década de los 90 aumentó la tala de árboles por parte de empresas madereras asociadas a las dictaduras y a los Gobiernos corruptos y también por parte de los agricultores para producir tierras cultivables. Además, el documento señala que por año se pierden entre 15 y 20 millones de árboles y que el suelo de Haití alberga solo un 2% de bosques.
Por otro lado, la deforestación en lugar de favorecer a la agricultura la limita, porque sin las raíces de los árboles los suelos se desgastan y la erosión del viento los torna infértiles. Luego, la lluvia arrastra torrentes de barro de las colinas desérticas, lo que amenaza a las cosechas y además a la pesca, ya que los sedimentos suelen depositarse en los ríos.
En el país más pobre de América, cuya renta per cápita promedia era de 260 dólares antes del terremoto, la agricultura y la pesca eran dos medios de subsistencia extendidos en la población.
Medidas provisorias
El Ministerio de Medioambiente de Haití se creó recién en 1995. Antes del brutal sismo recibía solo el 0,25% del presupuesto nacional. Su máximo logro fue organizar campañas aisladas para reforestar, pero su alcance fue muy limitado. Sin embargo, organizaciones no gubernamentales incentivaron la creación de ladrillos combustibles a base de residuos vegetales para evitar la tala de árboles y que se los utilice como combustible y carbón vegetal.
Los ladrillos combustibles de paja se sustituyeron por otros a base de papel reciclado y de hojas secas, sin embargo la emisión de humo es muy cuantiosa y aunque evita que se talen árboles el aire se llena de impurezas.
En la República Dominicana, país vecino que comparte la isla La Española con Haití, se prohibió hace más de medio siglo el uso del carbón vegetal y además el Gobierno subsidió cocinas a gas natural. Esta medida, junto con la prohibición de la tala de bosques a empresas multinacionales, preservó la abundante vegetación que caracteriza a este país caribeño.
¿Dónde está la reconstrucción?
Ni la Comisión Interina de Recuperación de Haití (IHRC), liderada por el expresidente norteamericano Bill Clinton, ni el informe del Departamento de Estado de EE.UU sobre la reconstrucción de Haití mencionan la posibilidad de reforestar el país. Sin embargo, existe un plan de inversiones del Gobierno haitiano para destinar unos 100 millones de dólares para plantar 10 millones de árboles por año durante los próximos cinco años.
El crédito lo obtiene del Banco Interamericano de Desarrollo, pero solo recibió una cuarta parte para este proyecto. Al igual que varios organismos y países involucrados en el rescate de Haití, los bancos tampoco ven viable o rentable la reforestación del país, no solo como un tema medioambiental, sino como una posibilidad económica.
Mirar por primera vez hacia el futuro
La replantación masiva de árboles es una medida que frena momentáneamente el problema medioambiental de Haití, sin embargo el Gobierno deberá controlar aún más la deforestación por parte de compañías y de los haitianos que recurren a este método para la subsistencia. Además, los donantes internacionales y los programas de los organismos que orientan sus esfuerzos hacia el rescate del país, sumados a la comunidad internacional, deberían estimular el uso de cocinas a gas y el subsidio del combustible, tal como lo hace en otras áreas.
Es cierto que las prioridades están puestas en lo más inmediato, pero de una vez por todas Haití debe dejar de mirar al cortísimo plazo y tiene que apuntar hacia objetivos más duraderos, que traerán consigo la protección del medio ambiente y en consecuencia nuevas oportunidades económicas para esta nación.
Twitter: @bruixland
www.pmundial.wordpress.com
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