Por estas fotos Europa también debe sentirse avergonzada

La dura imagen del niño sirio que yace muerto boca abajo en una playa turca ha conmovido al mundo y ha avivado la polémica sobre la crisis migratoria más grave desde la Segunda Guerra Mundial. Pero no es, ni mucho menos, la única imagen por la que Europa debería sentirse avergonzada de las estrictas políticas que frenan inhumanamente la huida de miles de personas que arriesgan su vida para escapar de la tragedia.
Policías húngaros detienen a una familia de refugiados que quería huir de la estación de tren de la ciudad de Bicske. / Reuters \ Laszlo Balogh
Un refugiado africano descansa en el suelo después de llegar en un barco de pesca a las playas de Gran Canaria (España). / Reuters \ Borja Suarez
Refugiados trepan al interior de un tren situado en la estación de Gevgelija, Macedonia. / Reuters \ Ognen Teofilovski
Un refugiado sirio sostiene a su bebé de 30 días en un tren abarrotado que viaja a través de Macedonia. / Reuters \ Ognen Teofilovski
Una niña siria de cuatro años de un grupo de más de mil refugiados duerme mientras espera en la línea fronteriza entre Macedonia y Grecia. / Reuters \ Ognen Teofilovski
Refugiados kurdos pasan a un niño por encima de la valla de espino que separa Hungría de Serbia. / Reuters \ Laszlo Balogh
Una refugiada siria y sus hijos esperan en Turquía un bote con destino a la isla griega de Lesbos. / Reuters \ Murad Sezer
Un bote abarrotado de refugiados sirios a la deriva en el mar Egeo después de que su motor se averiara cerca de la isla griega de Kos. / Reuters \ Yannis Behrakis
Un refugiado sirio lleva a su hija en brazos con la esperanza de poder cruzar la frontera húngara. / Reuters \ Marko Djurica
Una refugiada siria sostiene a su hijo tras la valla de espino que separa Serbia y Hungría. / Reuters \ Laszlo Balogh
Refugiados sirios esperan un autobús para registrarse en un campamento tras haber cruzado la frontera húngaro-serbia. / Reuters \ Bernadett Szabo
Refugiados sirios cruzan la valla de espino que separa Serbia y Hungría. / Reuters \ Bernadett Szabo
Una niña siria se tapa la cara mientras espera para cruzar la frontera entre Serbia y Hungría. / Reuters \ Marko Djurica
Un refugiado se lamenta en el lado de la frontera griega. Cerca de él, las fuerzas macedonias hacen guardia. / Reuters \ Alexandros Avramidis
Un niño sirio mira a un policía húngaro tras cruzar la frontera. / Reuters \ Laszlo Balogh
Refugiados sirios cruzan la valla de espino que separa Hungría y Serbia. / Reuters \ Laszlo Balogh
Una familia de refugiados duerme en el suelo cerca de la principal estación de autobuses en Belgrado, Serbia. / Reuters \ Marko Djurica
Niña envuelta en una manta térmica después de haber sido rescatada en el puerto de la isla de Lesbos, Grecia. / Reuters \ Alkis Konstantinidis
Refugiados sostienen pancartas mientras esperan para cruzar desde Grecia hasta Macedonia. / Reuters \ Ognen Teofilovski
Un niño camina por un pasillo del interior del campo de refugiados de Friedland, Baja Sajonia, Alemania. / Reuters \ Ralph Orlowski
Una refugiada abraza a dos niños desconsolados tras cruzar la frontera entre Grecia y Macedonia. / Reuters \ Ognen Teofilovski
Refugiados esperan el tren para cruzar la frontera hacia Macedonia. / Reuters \ Ognen Teofilovski
Un refugiado se lava mientras zarpa un barco de pasajeros del puerto de la isla griega de Kos. / Reuters \ Alkis Konstantinidis
Refugiados caminan a lo largo de una vía de tren serbia con la esperanza de poder cruzar a Hungría. / Reuters \ Marko Djurica
Un refugiado duerme en un tren que viaja a través de Macedonia. / Reuters \ Ognen Teofilovski
Un refugiado camina con muletas por las vías del tren serbias con la esperanza de poder cruzar la frontera hasta Hungría. / Reuters \ Marko Djurica
Un grupo de refugiados camina al atardecer después de haber cruzado a Hungría desde Serbia. / Reuters \ Bernadett Szabo
Un niño refugiado mira por la ventana mientras viaja en un tren a través de Macedonia. / Reuters \ Ognen Teofilovski
Un niño refugiado mira a un policía húngaro a través de la ventana del tren. / Reuters \ Laszlo Balogh