Opinión
Opinión
Alfredo Serrano Mancilla
Economista y académico español, actual director ejecutivo del Centro Estratégico Latinoamericano de Geopolítica (CELAG).
Detener la fuga es un imperativo para que el dinero en el exterior comience a generar un efecto multiplicativo interno: aumentar la producción, mejorar el empleo y salarios, crecer el consumo.
En cada país hay un plebiscito que detectar: Perú, Bolivia y Argentina lo han conseguido. El contraejemplo es Ecuador. En Colombia y Brasil veremos el próximo año qué sucede.
Vienen por delante dos años de alta intensidad política. Y aunque no hay duda que habrá debate garantizado en torno al peronismo, kirchnerismo, radicalismo, trotskismo, macrismo y libertarios, también sería apropiado no perder de vista el viejo clivaje clásico, de izquierda y derecha, porque nos ayuda a entender cómo se ordena el tablero político argentino.
¿Será que interpelamos a la clase popular creyéndonos que se trata de la clase media? ¿Será que abusamos de una visión muy paternalista en base a demasiados prejuicios? ¿Será que hemos dejado de oírles? ¿Será que los vemos desde muy lejos? ¿Será que no entendemos sus códigos porque tenemos otros marcos referenciales?
El Grupo de Lima empezó con gran ímpetu, pero progresivamente fue evaporándose. Justo lo contrario de lo que le sucede al Grupo de Puebla, que va de menos a más.
Corrupción y herencia constituyen, definitivamente, el combo explicativo de buena parte de la riqueza latinoamericana. El esfuerzo es mayoritario, pero la riqueza no; está concentrada en muy pocas manos.
La incógnita es saber si Petro logrará ganar en primera vuelta, a lo Fernández en Argentina, López Obrador en México o Arce en Bolivia; si lo hará en la segunda vuelta contra todos los poderes fácticos unidos como Castillo en Perú; o si por el contrario, pasará lo de Lasso en Ecuador.
Ni el exceso de confianza ni la subestimación del adversario cuando éste te ha empatado –o incluso ganado en primera instancia– son buenos consejeros.
Las elecciones de Ecuador no se celebraron este pasado 7 de febrero. La ciudadanía votó en gran medida en octubre del 2019. No hay forma de entender el resultado electoral si no es mirando por el retrovisor.
En esta región tensionada, Bolivia nuevamente se convirtió en el epicentro en este 2020, sobre todo porque nos dejó varias lecciones imprescindibles para tener en cuenta en los meses venideros.
El bloque del MAS permanece junto por sus propios convencimientos y un proyecto claro. Esa es una fuerza que va más allá de un eslogan de campaña.
Reubicarse en el mapa político luego de una derrota electoral nunca es una tarea sencilla.