Una enfermedad sana

Cuando dejé la Facultad de Derecho para estudiar Aviación me decían que era un enfermo. Dejar la universidad con una buena perspectiva de ser abogado solo para cumplir un sueño a la mayoría le parecía una locura. Y sí, yo tengo esa enfermedad: yo estoy completamente loco, ya que no puedo imaginar lo gris que sería mi vida si no tuviera aquel librito celeste que dice ‘Licencia de piloto comercial’.
Pero hoy no voy hablar de la locura de la mayoría de los pilotos que por trabajo vuelan día a día del punto ‘A’ al punto ‘B’. Hay muchísima, pero muchísima gente con el mismo diagnóstico, pero que por alguna razón no tiene acceso a la cabina de un avión real. Es increíble hasta dónde puede llegar una persona solo para acercarse un poco al cielo. 
Hay muchísimos 'hobbies' diferentes relacionados con la aviación: unos arman modelos de plástico (y a veces construyen pequeñas copias reales con motores de verdad), otros se la pasan todo el día en el aeropuerto sacado fotos de despegues y aterrizajes y hasta hay gente que roba y colecciona las tarjetas de seguridad de los aviones (¡no me mires con esa mirada condenatoria que es solo un 'hobby', no un crimen!). Pero hay un grupo de gente, que tanto sueña con volar, que directamente se estudia lo que tiene que saber un piloto: solo por placer. Créeme, que es mucho lo que hay que estudiar, muchísimo.   
Les dicen ‘Simmers’, que viene de la palabra ‘Sim’ (o sea ‘Simulador’). Exacto, estoy hablando de aquellos que se la pasan ‘jugando’ a simuladores de vuelo con la computadora. Ya desde acá veo la sonrisita irónica como diciendo ‘ah, esto es una tontería para niños’: no nos apuremos, lee esto hasta el final y verás que estoy hablando en serio. 
Los juegos de aviación que se venden en los negocios son bastante primitivos, pero hasta ellos permiten entrenar principios básicos de vuelo y aparte contienen una gran cantidad de aeropuertos (¡más de 20.000!) con coordenadas, pistas y radioayudas reales. Pero la gente fue más allá y empezó a crear aviones con sistemas muy similares a aquellos que se usan en los prototipos reales.    
Acá te muestro la diferencia entre una foto real de los instrumentos principales del A320 y una imagen del simulador. Por más que las indicaciones sean diferentes (en la foto el avión está descendiendo desde los 23.000 pies, cuando en la imagen la nave ya está casi por aterrizar), veras que el nivel de realismo es muy alto. Otro ejemplo: un grupo de aficionados rusos hace unos años lanzó el modelo del Tu-154M y tan bien hecho estaba que la misma fábrica de Tupolev ahora lo usa para sus simuladores de pilotos. Eso ya no es juego para niños, es un trabajo de varios años y hay que tener conocimientos muy profundos no solo de programación, sino también de aerodinámicas, radioelectrónica, navegación, motores y aparte hay que conocer la nave a la perfección.   
Un verdadero 'simmer' estudia todos los manuales, las reglas, mapas y solo después de eso sale a ‘volar’ como lo hacemos nosotros en la vida real. Hasta hay controladores virtuales que por Internet se conectan a la red y dirigen a los aviones de la zona. Las comunicaciones entre los pilotos y los controladores se basan en las reglas internacionales o sea que son tal cual como en la vida real. Pero como si fuera poco, hay aficionados que ya no se conforman con un simple 'joystick' y un monitor y construyen copias de cabinas en sus propias casas, las conectan al simulador y disfrutan de un sueño casi realizado. 
La enfermedad es terrible: no perdona a nadie. ¿Te puedes imaginar lo loco que hay que estar para estudiarse una pila de documentos solo por diversión y poner una cabina de un avión en un departamento? De todos modos yo creo que si todos pusiéramos el mismo esfuerzo en nuestros deberes este mundo sería mucho mejor…