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La ecología y la economía no son incompatibles

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La ecología y la economía no son incompatibles

El 5 de junio se celebra anualmente el Día Mundial del Medioambiente o como también se dice, el Día del Ecologista. Todo el mundo lo celebra desde 1972 y Rusia, lamentablemente, tan sólo desde 2007. Aunque con retraso, entendimos que es vital que conservemos la naturaleza, porque las tareas del desarrollo económico y ecológico son inseparables. Si no cumplimos rigurosamente con los estándares ecológicos, no tendremos futuro.

Son cosas sencillas, pero el problema es que nos retrasamos mucho en hacer entender a todos (no sólo a los ciudadanos de a pie, sino también las autoridades, que es más importante) que es una causa común, es responsabilidad de los funcionarios públicos de todos los niveles y también responsabilidad de cada uno. Porque las consecuencias de una actitud tan despreocupada y desdeñosa hacia la naturaleza pueden tener un enorme alcance y ser completamente imprevisibles.

Todos hemos visto lo que pasa en el golfo de México: las enormes manchas de crudo, la muerte de animales marinos. ¿Qué significa eso? Significa que ni siquiera podemos imaginarnos la escala de catástrofes de este tipo (ni tan siquiera visualmente), ni calcular las consecuencias legales y financieras. Pero lo más importante es que ni siquiera podemos hacernos una idea sobre el perjuicio para la naturaleza. Debemos pensar sobre las medidas adicionales a tomar, en primer lugar, para que esas situaciones cuenten con un seguro a nivel internacional, y en segundo lugar, para que exista un espacio legal internacional moderno -una convención o serie de convenciones- para responder a los sucesos como la catástrofe en el golfo de México. Sí que tenemos el derecho internacional, el derecho internacional marítimo, que resuelve una serie de asuntos, pero estoy seguro de que las implicaciones de una tragedia como esta no están cubiertas por las reglas que hay ahora.

Tal vaz tengamos que pensar en la creación de un fondo global, en el que las potencias mundiales aportarían dinero para el seguro o el contraseguro de estos riesgos, porque en ciertos casos incluso las empresas más ricas y los países más grandes no tendrán bastante recursos. Creo que es lo que deberíamos discutir y sobre lo que habría que meditar. Creo que Rusia podría proponer una iniciativa apropiada. Voy a plantear esta cuestión en la cumbre del G-20, que se celebrará este mes en Canadá.

Pero también hay buenos ejemplos que merecen ser estudiados. Todos conocemos a países donde el tema ecológico se ha desarrollado a la perfección. Por ejemplo, en Finlandia una refinería de petróleo y uno de los depósitos de crudo más grandes de Europa, se sitúan junto a una reserva natural. Y resulta que pueden coexistir. Entonces, se puede instalar un oleoducto por un lado e ir al otro lado a escuchar a los pájaros, respirar aire puro y gozar de la vida. Es un ejemplo muy bueno.

Tenemos otros ejemplos en nuestro país. Son las nuevas instalaciones. No quiero decir que todas sean absolutamente perfectas en términos ecológicos, pero las plantas construidas en el Extremo Oriente, en la provincia de Irkutsk y otros lugares, son modernas. También hay ejemplos de la modernización de las plantas de producción activas. Hace poco visité el complejo de Novolípetsk. Todo lo que está allí, la moderna producción que tienen, representa un estándar absolutamente nuevo. Lamentablemente, no hay muchos ejemplos como esos.

Por desgracia, la Unión Soviética nos dejó como herencia enormes problemas: más de 2.000 millones de toneladas de desechos industriales. Sólo imagínenselo, ¡2.000 millones de toneladas! Y además nos dejaron unas plantas de depuración que se encuentran en pésimo estado, por no hablar ya de muchas localidades donde la situación ecológica es peligrosa para la salud humana. 

Sólo durante los últimos años conceptos tales como “eficiencia energética”, “inversiones verdes”, “tecnologías verdes”, “economía verde” y “energía verde” llegaron a formar parte de nuestra vida cotidiana. Ahora se ha puesto de moda dedicarse a este tipo de asuntos. Creo que deberíamos darle un enfoque no sólo ecológico, sino también económico a ese tipo de cuestiones. He hablado en más de una ocasión de que uno empieza a darle importancia al aspecto ecológico, cuando siente que existe una necesidad económica de hacerlo. Hace poco tuve un encuentro con los representantes de nuestra industria, así como con los ecólogos y me di cuenta de que la ecología y la economía no se contradicen. Cualquier economía normal tiene que ser ecológica.

En mi blog veo gran cantidad de comentarios sobre el tema ambiental. La gente se queja de la contaminación del medioambiente, de que en las ciudades y en los pueblos donde ellos residen, se superan los niveles admisibles de contaminación, de concentración de diferentes sustancias tóxicas en la atmósfera y en el agua, de que viven cerca de basureros y vertederos. ¿Cómo se puede combatirlo? Hay que dedicarse a esto. Hay que limpiar el país. Sobre esto escriben también en mi blog. Así, por ejemplo, Ruslán, de la región de Briansk, cree que hacen mucha falta leyes que regulen el comportamiento de los ciudadanos en este ámbito. E Ígor Guliáev, de Moscú, propone invertir dinero en la educación ecológica. Son pensamientos sencillos pero muy acertados.

Estoy de acuerdo con que hay que combatir la ignorancia y la indiferencia. Y, a propósito, en el programa escolar no existe una educación adecuada sobre ecología, eso es lo que me han dicho recientemente los ecólogos. Si no prestamos atención a este tema desde la niñez, si la ecología no llega a ser una materia a estudiar en la escuela, la gente no tendrá una conciencia ecológica.  

Por supuesto, tenemos que lograr resolver una serie de problemas: son las cuestiones vinculadas con las autoridades regionales, municipales, la ubicación  correcta de las instalaciones ambientales, la comunicación con los grupos implicados en la defensa del medioambiente.

Estoy convencido de que de nuestros esfuerzos comunes, de las acciones de cada ciudadano, de cada residente de una ciudad o un pueblo depende mucho. Miremos la experiencia extranjera en este aspecto: el cuidado del medioambiente empieza a partir de cada persona concreta. Si la persona trata con cuidado a su propia vivienda, al medioambiente, entonces también plantea este tipo de temas ante las autoridades e incluso expresa su protesta en caso de que sea necesario.

Es por eso que yo creo que la conversación sobre la ecología, o “la ecología de la vida” merece continuarse. Y voy a hablar sobre el tema en mi futuro Mensaje a la Asamblea Federal.

Las declaraciones y opiniones expresadas en este artículo son de exclusiva responsabilidad de su autor y no representan necesariamente el punto de vista de RT.

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