Las reformas políticas no deben paralizar las instituciones democráticas
¡Queridos amigos!
A lo largo de los últimos dos años estamos cumpliendo por etapas un programa de reorganización del sistema político de la Federación Rusa. Son claros los objetivos de esa reorganización. Hablé de esto varias veces. ¿Qué es lo que queremos hacer? Queremos hacer que nuestro sistema político sea más justo, más flexible, más dinámico, más abierto hacia la renovación y el desarrollo. Nuestro electorado tiene que confiar más en él.
No es un secreto que a partir de un periodo determinado en nuestra vida política empezaron a aparecer síntomas de estancamiento, surgió la amenaza de que la estabilidad se convierta en un factor de detención. Y un estancamiento de este tipo es igual de dañino tanto para el partido gobernante como para las fuerzas de la oposición.
Si la oposición no tiene chances de ganar en una lucha justa, empieza a degradarse y se vuelve marginal. Pero si el partido gobernante no cuenta con oportunidades de perder nunca y en ningún lugar, sencillamente se ‘congela’ y finalmente también se degrada, igual que cualquier organismo con vida que deja de moverse.
Por lo tanto se manifiesta la necesidad de elevar el nivel de la competitividad política. Pero nuestro principal objetivo, igual que el de cualquier democracia, es aumentar la calidad de la representación popular; hacer que la mayoría política no sea solamente estática. Para ser más exactos, hacer que no se convierta en una mayoría de figurantes y ejecutantes. Hacer que el partido gobernante tenga tantos derechos como obligaciones, y que no solamente sirva de adjunción al poder ejecutivo. Hacer que pueda plenamente participar en la formación de ese mismo poder ejecutivo.
Es necesario, pero no para que el partido gobernante se sienta bien. Un partido es instrumento político de la representación. Un partido representa a sus electores. Pero en el caso del partido gobernante es la mayoría de los electores, y el cumplimiento de sus derechos, el respetar sus opiniones es el principio fundamental de una democracia.
Otra tarea muy importante y aún más complicada es garantizar los derechos de la minoría. También es un principio básico de la democracia. Un sistema político, cualquiera que sea su configuración, debe tener una estructura que tome en cuenta todas las opiniones, incluso la de los grupos sociales más reducidos e, idealmente, incluso también la de tan solo una persona. Desde este punto de vista, el sistema debe ser transparente y reaccionar con cada persona. Cada uno debe saber que tiene partidarios en el Gobierno. Este es el sentido principal de la democracia representativa, cuando alguien representa los intereses de muchas personas. Hay gente con las mismas opiniones, convicciones e intereses. Hay personas a las que no les da igual qué es lo que está pasando a su alrededor.
Y los representantes de la minoría tienen derecho a criticar a la mayoría gobernante, presentar opiniones y propuestas de la minoría a la burocracia y al público.
Me baso en que las reformas políticas no deben desembocar en un caos y paralizar las instituciones democráticas. Lo he dicho en varias ocasiones ya y vuelvo a repetir: deben fortalecer la democracia y no destruirla. Por eso en mi artículo: ‘¡Rusia, adelante!’, que escribí el año pasado, defendí los métodos y el estilo de estas reformas: estas deben ser graduales, pero consecuentes.
Hoy en día puedo constatar que durante los últimos dos años hemos avanzado hacia este propósito: gradual pero consecuentemente. Y me parece que hemos progresado mucho. A principios de la sesión actual de la Duma Estatal, la de otoño, se aprobaron una serie de proyectos de ley que yo había presentado ante el Parlamento durante los años 2009 y 2010. En mis mensajes a la Asamblea Federal de Rusia siempre acentuaba la necesidad de aprobar estas legislaciones.
En 2009 entraron en vigor las leyes que garantizaron una corrección fundamental del sistema multipartidista de votación a escala nacional. Este año los mismos cambios han sido introducidos también a nivel de los sujetos de la Federación.
Ya hablé mucho de eso, así que ahora no voy a dedicarme a enumerar todas las leyes aprobadas aunque, desde un punto de vista profesional, habría podido ser muy interesante. Son muchas, con unos nombres bastante largos, pero su esencia o su objeto, como dicen los legisladores, debe ser claro para cualquier elector, cualquier ciudadano.
Los puntos claves los voy a nombrar ahora.
Lo primero que hemos hecho es minimizar el riesgo de manipulaciones durante las elecciones. En los comicios cualquier tipo de manipulación es inaceptable y lo entendemos perfectamente. Para llevarlo a la práctica, hemos regulado los procedimientos de las votaciones con antelación y el uso de certificados de baja (un documento especial que da derecho a votar en otro colegio electoral): sobre eso me han hablado mucho los representantes de los partidos de la oposición. Para este tipo de actividades ilegales hemos introducido una pena criminal ya que es donde habíamos tenido las violaciones más severas. Además, buscamos reducir la influencia del ‘factor humano’ para calcular los votos y seguiremos en ello. En 2010 hemos suministrado con dispositivos electrónicos a un 5% de los colegios electorales. Para el año 2012 este índice habrá llegado a un 15% y para 2015, al 100%. Es una iniciativa muy cara, pero vale la pena: hará moderno nuestro sistema de votaciones. Espero que todos los contribuyentes lo aprecien.
En segundo lugar, todos los partidos tienen garantizado su ‘acceso’ a los medios de comunicación estatales, tanto a nivel federal como a nivel regional -de eso también me han hablado mucho los partidos de la oposición-. Los jurados electorales deben controlar que se cumple con estas garantías. Lo más importante es que esa igualdad no sólo se declare (eso ya lo teníamos antes), sino que también se practique: que sean las mismas horas, minutos e incluso segundos de tiempo de emisión proporcionado.
Se garantiza también la igualdad de los partidos en el uso de locales para reuniones y promoción. De eso también se ha hablado mucho.
En tercer lugar, los partidos que tienen mayoría en los parlamentos regionales han obtenido el derecho a ofrecer al presidente candidaturas para los puestos de gobernadores, es decir, de dirigentes de las regiones, provincias y repúblicas. Así, la mayoría de los electores tiene la posibilidad de participar, a través del partido que estén apoyando, en la formación del poder ejecutivo de su zona. El partido por el que uno vota ofrece un gobernador al presidente para que éste le faculte para dirigir. Con eso damos un contenido concreto a los derechos de la mayoría de la población: los derechos a formar el poder ejecutivo local.
En cuarto lugar, hemos tomado una serie de medidas para proteger también los derechos de las minorías. A parte de un ‘acceso’ igualado para los medios de comunicación, se ha dado garantías a la oposición para poder tener sus representantes en posiciones claves en los parlamentos regionales. Se ha reducido el número obligatorio de firmas necesarias para poder presentarse a los comicios.
De hecho, se bajó hasta el 5% el límite para pasar los miembros del partido a parlamentos de todos los niveles. No deben perderse votos: aquellos que reciben más de un 5%, pero menos de un 7% también tienen que tener a su representante. Pero no vamos a limitarnos con eso: seguiremos desarrollando estos procedimientos y ampliando las posibilidades.
En quinto lugar, hemos obligado a los sujetos federales de nuestro país a introducir regulaciones acerca de la cuantía de los órganos representativos de poder. Es que antes en una región pequeña un diputado representaba, por ejemplo, a 10.000 personas, mientras que en otras más grandes representaba, por ejemplo, a 300.000 personas. No era proporcional. Además, demasiados diputados es una carga demasiado pesada para el presupuesto local, pero cuando son muy pocos, es difícil tomar en cuenta las diferentes opiniones de los electores. Espero que ahora hayamos podido encontrar un equilibrio.
Se han cambiado también los principios de presentación de las regiones en la Asamblea Federal de Rusia. Ahora un diputado puede ser miembro de la Cámara Alta sólo si es elegido en órganos gobernantes regionales o locales. Es decir, que para ser miembro de nuestro Parlamento, la Asamblea Federal de Rusia, la persona debe ser apoyada en los comicios por los residentes de su zona, ser conocida por ellos y que, respectivamente, sepa qué necesidades y problemas tienen.
Espero que estos cambios reformen mucho el sistema político. Estoy seguro de que se ha hecho más abierto y más flexible y, finalmente, más justo. Los comicios regionales que tuvieron lugar en octubre mostraron que ahora surgen muchas menos reclamaciones en comparación, por ejemplo, con las que teníamos hace medio año. Tanto la sociedad como los partidos opositores se manifestaron con mucha más calma.
Desde luego tuvimos críticas, debe ser así, es normal, pero no fueron tantas. Esto nos da mucha esperanza.
Y una cosa más de la que ya he hablado hace poco. Nuestra democracia no es perfecta y lo sabemos muy bien. Pero estamos iniciando el camino. Y lo más importante es que avanzamos.
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