Dmitri Medvédev: La verdad es que tenemos problemas con la orientación profesional. En varias ocasiones he dicho que nuestras universidades deben dejar de licenciar a tantos juristas y economistas. Ya tenemos bastantes, hasta demasiados. Yo mismo estudié Derecho y recuerdo aquellos tiempos soviéticos, cuando faltaban muchísimos juristas.
Cuando empezaba mi carrera profesional los contrataban en seguida, lo que por supuesto me ayudó en algún momento. Pero ahora el mercado laboral está saturado. Además, son economistas y juristas de unos niveles más altos y otros más bajos. Ayer pregunté al Ministro de Educación: "¿Cuándo reducirán el número de plazas públicas en las universidades?". Y me contestó: “Señor Medvédev, ya lo hemos hecho: ya no hay tantísimas plazas públicas para juristas y economistas”.
Pero, ¿qué hacen los centros docentes en la realidad? A menudo pasa lo siguiente: se crean nuevas plazas privadas para las mismas disciplinas profesionales y la misma cantidad de estudiantes sigue eligiendo estas especialidades porque son prestigiosas. Pero a nadie le importa qué hacemos después. Tampoco les interesa a los padres que piensan: "Que mi hijo tenga una buena educación superior y después ya veremos".
Está claro que no es bueno para nuestro país porque tenemos muy pocos ingenieros y especialistas en ciencias exactas. Y por desgracia, últimamente estas profesiones han perdido prestigio. Así que de la orientación profesional dependen muchas cosas. A mi juicio, es muy importante porque el Estado debe establecer las prioridades y decidir qué es lo que necesita. Así por ejemplo, en los años 50 lanzaron el mensaje: “Necesitamos ingenieros”. Y obtuvimos una gran cantidad de profesionales con talento que creaban nuestro potencial científico y desarrollaban la industria. Ahora también necesitamos hacer algo parecido.