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Las secuelas de la conferencia sobre Afganistán

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Las secuelas de la conferencia sobre Afganistán

La última conferencia internacional celebrada en Kabul no produjo sorpresas -ni se esperaba ninguna-, pero acabó con diferentes secuelas para varios participantes.

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Para la comunidad internacional, representada por la ONU en general y por la ISAF con la OTAN al frente en particular, la conferencia no fue nada más que un tradicional evento optimista, caracterizado por un viaje colectivo psicodélico desde la atroz realidad, hacia un mundo de quimeras.

Para Estados Unidos, fue una tácita admisión de que su operación contrainsurgencia “poco convencional”, centrada en la población civil, ha sido una farsa monumental, puesta a prueba y reiterada en Helmand y Kandahar, respectivamente.

Lo que la presidenta de la conferencia calificó con indecisión como “un punto decisivo” podría señalar el principio del fin para la construcción estadounidense de un 'Valhalla', que se reemplazará por un cambio gradual hacia esfuerzos poco intensos antiterroristas por parte de un contingente residual integrado en el campo de batalla afgano-pakistaní.

Para Rusia, la conferencia fue un fracaso que, previsiblemente, obstruyó la propuesta de calificar el narcoterrorismo en Afganistán como una amenaza grave para la paz y la seguridad globales.

El que aprovechó la ocasión fue Karzai, que volvió a:

· Hipnotizar a la comunidad internacional de los peleles, desplumándoles con otros 3 años de patrocinio incondicional e incrementando su tajada de ayuda al país hasta en un 50% más.

· Asegurar bajo el programa de “protección de activos” de la CIA la inmunidad y protección para los señores de la guerra, de la tierra y de la droga -supuestamente liderados por su familiar, que manda en Kandahar-, ante las numerosas acusaciones por parte del FBI y de la DEA (agencia antidroga estadounidense) de producción y tráfico de drogas, corrupción y sobornos, especulaciones en torno a la guerra, blanqueo de dinero y chantaje.

· Legitimar completamente el fraude electoral y desacreditar totalmente la democracia importada.

· Ampliar descaradamente las exportaciones de dinero a Dubai y de opio a Rusia.

El lado positivo es que mientras que la Casa Blanca no puede decidirse sobre qué hace falta para evitar la derrota y/o vencer en Afganistán, al menos el embajador estadounidense en Kabul descubrió hace mucho sin qué tipo de socio estaría mejor.

Las declaraciones y opiniones expresadas en este artículo son de exclusiva responsabilidad de su autor y no representan necesariamente el punto de vista de RT.

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